El festival Cosmopoética ha empezado a celebrarse este fin de semana en Córdoba, con grandes limitaciones por la pandemia, un formato en gran parte virtual y un «país visitante» que en este caso es España, una decisión que no solo responde a las dificultades que ha impuesto el covid-19 en la movilidad, sino al oportuno enfoque de convertir estos momentos de crisis en momentos de reflexión intelectual sobre nuestra realidad, nuestro presente y nuestro futuro.

Cabe, pues, felicitarse de la supervivencia de Cosmopoética. Mientras otros festivales y eventos culturales o artísticos han tenido que ser suspendidos, el festival de la poesía, un emblema de Córdoba -pues ha sido la ciudad impulsora y pionera, consiguiendo un hueco en el panorama nacional e internacional como evento literario abierto a otras disciplinas artísticas- sobrevive, y su mantenimiento, con todas las dificultades, puede ser la metáfora de la necesidad de atender la vida cultural contra viento y marea.

Otras actividades han continuado, principalmente las públicas, pues el sector privado afronta un escenario casi imposible. La Orquesta de Córdoba, tras una primera duda al decretar la Junta de Andalucía las nuevas restricciones el pasado 9 de noviembre, ha vuelto a sus conciertos de abono, con escasísimo público y doblando las sesiones para poner atender al menos a sus abonados. Las actuaciones conmemorativas del Ayuntamiento en torno al flamenco se celebraron y continúan, al igual que la gala de la Diputación, y la Junta de Andalucía mantiene diversos actos, como lo hacen varios municipios de la provincia. Los museos y salas de exposiciones están abiertos, y la ciudadanía en pleno se adapta a unos horarios con cierre obligado a las seis de la tarde, inimaginables hace apenas unos meses.

La pandemia está dañando a todos los sectores de actividad y económicos, al igual que a la vida social y cultural. El sector servicios es el más perjudicado, y crecen las perspectivas de cierre de negocios según transcurren los meses de la pandemia. Pero la salud es lo primero, y vistas las grandes dificultades para contener la transmisión del virus en escenarios de convivencia normalizados, todo apunta a que hasta que la vacuna limite este rastro de enfermedad y muerte habrá que aplicar medidas que seguirán ahondando el hundimiento de la economía. El sector cultural, especialmente frágil, ha lanzado varios gritos de auxilio, como han hecho las salas de conciertos, las grandes olvidadas y que no han tenido ni un mínimo respiro desde marzo. Las ayudas directas, que a muchos no llegan ni llegarán, son insuficientes. Es preciso hacer mucho más.

Córdoba se sustenta en gran parte en el turismo, y ese turismo ha encontrado nuevos atractivos en una actividad cultural que iba creciendo en los últimos años para insuflar vida y prestigio a la riqueza patrimonial. En estos momentos, son las administraciones las principales responsables de que no se pierda esa vida que en algunos aspectos era incipiente, no dejando de invertir en la cultura, apoyando las propuestas del sector privado e incentivando y contratando a los artistas y creadores cordobeses. La pandemia es la gran crisis que nos ha tocado vivir en estos tiempos aciagos, pero no debe ser excusa o parapeto para justificar la falta de iniciativa. Igual que Cosmopoética se reinventa para convivir con el coronavirus, otras muchas actividades deben buscar salidas que mantengan viva la llama de la cultura en Córdoba.