El final de la estancia en Córdoba de Quintín García Roelas, personaje convertido por Pío Baroja en prototipo del vividor, el cual mostró la senda a otros que por aquí pasaron, sintetiza en la ficción y a través de sus palabras el largo mundo de silencios de esta ciudad. Se puede conmutar con cualquier otra localidad en la cual coexistan pensantes utópicos y gentes que hacen de la acción su vivir diario, o sea, muchas ciudades. Es, de algún modo, la historia del que se aprovecha del confusionismo y los momentos de algarada.

Hay historias que se eternizan, aunque no haya en el momento presente algarada alguna. Ello me remonta al momento de llegada a esta ciudad y a los rebaños que atravesaban a principios de los sesenta los viejos caminos de La Mesta desde Fuensantilla, avenida de San Cayetano... Pasaban por Ronda del Marrubial, ya en aquel momento un proyecto de futuro y que sigue siéndolo a pesar de haber removido algo las fincas que tienen en ella presencia. Una de ellas fue el Cuartel de Lepanto, que posteriormente trasladó su función a Cerro Muriano y quedó deshabitado, lo cual dio pie a solicitar equipamientos por parte de un amplio grupo de colectivos de la zona comúnmente llamada Edisol, que abarca por exceso de denominación desde Sagunto a La Ladera. La respuesta de los colectivos fue muy positiva, y en clara concomitancia Urbanismo hizo una labor digna de encomio, a través de su concejal titular, Manuel Pérez. Se ideó un nombre para la plataforma --Lepanto para los vecinos- que se reunió con frecuencia en el antiguo Centro Municipal de Servicios Sociales Comunitarios, en torno a treinta años atrás. Tuvimos la sensación de impacto, facultada por las ruedas de prensa y los micrófonos de los distintos medios que allí se congregaban.

La colaboración fue eficaz, pues estábamos informados en todo momento de las conversaciones entre Urbanismo y el Ministerio de Defensa, necesarias para que se liberaran cerca de sesenta mil metros cuadrados. Hubo hasta un gesto de comprensión hacia el Colegio de Franciscanos cedido en su día muchos años atrás para uso deportivo; parecía que se daría salida a la vieja aspiración de ampliación de la calzada por Ronda del Marrubial. Los herederos de aquellos militares no han cedido a la legítima aspiración de recuperar el suelo para la ciudad o las autoridades municipales han sido muy benevolentes, sin que la vieja aspiración de un Centro de Mayores para la zona haya sido satisfecha. Esperemos por aquello del derecho a la bella utopía que no se eternice la cesión de la antigua Farmacia Militar y que se aproveche parte del espacio del antiguo Cuartel sin uso alguno, que se divisa con vegetación de jaramagos desde algunas ventanas de la Biblioteca Central. La legítima aspiración de los mayores de la zona se ha quedado en conversación, y tienen la sensación de indolencia muy propia de esta maravillosa ciudad y sus moradores, testigos de la megalomanía de un regidor pasado, aspirante a Palacio.

* Profesor, escritor y ensayista