Si a usted le pilló desprevenido aquello de la «ciclogénesis explosiva», ahora llamada «dana» (vale, no es lo mismo, pero muchos nos hubiéramos conformado con seguir diciendo «tormenta» «borrasca» o «gota fría») también habrá topado a contramano con el «coronavirus». Ambos palabros tienen un nexo común: ayer casi nadie sabía lo que significaban, ni falta que hacía, hoy te los sueltan como si nada en la parada del autobús, no te digo nada en la consulta del médico. «Así que gripe, ¿eh?, ¿no será un coronavirus, doctora, fruto quizá de esta dana que padecemos?». Pongo la tele y hablan del coronavirus como si todo el mundo estuviera en el asunto. Menos mal que tengo en el periódico a María José Raya, que escribe: «¿Qué es el coronavirus? Es un microorganismo que causa infecciones respiratorias como la neumonía y que fue descrito por primera vez en diciembre del 2019». Amigos míos, no tiene el coronavirus ni dos meses de vida y ya lo tratan algunos como si se hubieran criado juntos. Al parecer es peligroso, y ha dado lugar a que aíslen a 20 millones de chinos, un concepto difícil de asimilar, pues 20 millones de seres humanos, aun no siendo nada en China, es una cifra que duplica la población de muchos países, incluso la de la cifra de perceptores del SMI, en la que pronto aumentarán los contratos parciales. El coronavirus vendrá, vaya que sí, y será una tormenta o dana más de la que guarecerse en el Año de la Rata.