Acercándonos inexorablemente a los 15 millones de contagios y 600.000 personas fallecidas, la pandemia de la covid-19 ha venido a cambiar nuestras vidas. Por mucho que quieran adornarlo de «nueva normalidad», lo que se nos viene encima se convierte en un cambio de paradigma en nuestras relaciones con nosotros mismos, de la humanidad con la humanidad, de la especie con la especie.

Mucho me temo que los gobernantes hayan jugado a ser falsos dioses pretendiendo arrogarse la decisión de si el virus existía o no, si era letal o no, si merecía la pena confinar a la población paralizando la economía de sus respectivos países o no. La actitud de Trump, Bolsonaro, Añez y otros lumbreras, han puesto de manifiesto que dependiendo del Código Postal (CP) donde residamos nuestra suerte estará en unas manos irresponsables o en otras más realistas y comprometidas con su población. La respuesta de países como Canadá, Italia, España, Cuba, China o Alemania, no tienen nada que ver con las dadas por Estados Unidos, Brasil o Bolivia, que han condenado a la oscuridad a millones de personas.

Incide también el código postal en la capacidad de los sistemas de salud que tenga cada país. No son iguales los de los países europeos que los africanos, ni el servicio público de salud cubano que el estadounidense. Así que con un poco de suerte tu CP determinará que te salves o por el contrario acortará tus opciones de salir del coronavirus. Tendremos que aprender de esta a qué gobernantes ponemos al frente de nuestros respectivos gobiernos, aunque es muy posible que ni siquiera así aprendamos.

La salud pública de calidad, debe estar en primera línea de los objetivos fundamentales de la gobernanza, independientemente de quién gobierne en cada momento. La salud es un derecho humano universal y, como la educación, no puede depender de los caprichos de insensatos, oportunistas o payasos. Nadie tiene derecho a jugar con nuestras vidas. Nadie. Por eso hemos de intentar jugar en la primera división de la demanda de derechos, por eso somos la ciudadanía la que quitamos y ponemos gobiernos. Así que a tomar nota.

Mucho me temo que los malos gobiernos vuelvan a provocar una verdadera masacre en códigos postales determinados. Deberían de aparecer las demandas ante el Tribunal Internacional de Justicia contra ellos, no hicieron nada, miraron para otro lado, no pusieron en orden su sistema de salud para toda la población. Es lo más parecido a un exterminio por omisión que recuerdo. Los datos actuales nos orientan a una cifra de 25 millones de contagios y más 2 millones de personas fallecidas antes de que podamos obtener una vacuna segura. Dicha vacuna también vendrá afectada por el código postal donde residas, pues en unos países será inoculada a toda la población y en otros no, dentro de cada país a unas poblaciones sí y a otras no, por no nombrar el tremendo negocio que pretenden realizar los países mas poderosos y las farmacéuticas con la acumulación de las dosis que se fabriquen.

* Experto en Relaciones Internacionales y Cooperación