No puedo criticar el distanciamiento dictado por el Gobierno porque quien no lo ha hecho así, lo único que ha conseguido es triplicar el número de fallecidos. Y es que no hago esta columna para machacar al Ejecutivo a toda costa; y más aún cuando estamos contemplando el envejecimiento casi dramático del joven presidente. Lo cierto es que, de no ser por el 8M, donde bajo la querencia de luchar contra la violencia de género se lió un conflicto de intereses constitucionales donde debería haber primado la salud, la gestión de esta crisis, con sus carencias y errores, no ha sido mala en comparación con otros países donde los muertos siguen subiendo. (Pero también es cierto que el 8M la tan cruel virulencia no era conocida). Pero como no soy un cheque en blanco de nadie, creo que todas las actividades laborales no se deberían haber medido con la misma vara. El ámbito judicial era el sector mejor preparado para encarar esta crisis; si cabe, solo las vistas deberían haberse suspendido por aquello de la inmediación de las pruebas de cara a la nutrición del sabio arbitrio de los jueces (aunque la inmediación también se aprecia con una eficaz cámara). Para lo demás, que es precisamente lo que retrasa las causas, todo estaba adaptado. Y la implicación de los operadores jurídicos ha sido muy desigual (a excepción de los juzgados y abogados de guardia). La gente no lo sabe, pero hace ya se estableció un nuevo sistema operativo judicial llamado Lexnet, donde no solo se apuesta por el ecológico de papel cero, sino por la aceleración de la justicia permitiendo la presentación de escritos a cualquier juzgado desde cualquier punto. Y así, ante esta urgencia, todos los profesionales del derecho pudieron trabajar desde casa. Así que, gracias a este sistema súper eficaz, que además costó mucho dinero, el virus no debería haber afectado a la justicia. Pero cuando más necesario es, sigue sin rendir a riesgo de herir de pena y muerte a la justicia porque la ralentización no ha terminado para nada. Pero no solo culpo al Gobierno por esta carencia de inteligencia. Porque también hay carencia de voluntad de los demás; no he escuchado a ninguna organización de todos los ámbitos judiciales reivindicación alguna solicitando trabajar en casa durante la alarma. Curioso, hay banderas siempre presentes en el ámbito judicial pero el patriotismo de verdad que se precisa ha brillado por su ausencia; al contrario, he visto protestas contra un agosto hábil que compensara el retraso; las vacaciones son sagradas y no la diosa justicia que dicen adorar. Algunos nos escondemos detrás del Gobierno para tapar la poca responsabilidad que hemos tenido en la parte que nos toca. Que no es poca.

* Abogado