El Papa Francisco viaja mañana a Irlanda, un país que ha padecido el horror del abuso de menores por parte del clero. El pontífice llega cuando los escándalos de pedofilia se multiplican por el mundo y luego de que el país ‘verde’ además votara en mayo en referéndum a favor de la legalización del aborto. Bergoglio, además, viene de pedir perdón por los miles de casos de niños violados por curas en Pensilvania. Y en este contexto, el arzobispo de Dublín, Diarmuid Martin, le contestó al Santo Padre con un «no basta con pedir perdón», según la revista Religión Digital en Internet, e instó al papa a hablar abiertamente sobre las estructuras de la Iglesia católica que permitieron que hubiera casos de abuso sexual.

El papa Francisco ha vuelto a expresar con valentía y humildad su vergüenza y arrepentimiento por los abusos sexuales cometidos por parte del clero, después de que la Corte Suprema de Pensilvania, en Estados Unidos, publicara un informe que documenta un millar de casos. «Nunca será suficiente lo que se haga para pedir perdón y buscar reparar el daño causado», escribe el Pontífice en una carta publicada el lunes. «Hemos descuidado y abandonado a los pequeños», añade. También ha resaltado la importancia de «generar una cultura capaz de evitar que estas situaciones no solo no se repitan, sino que no encuentren espacios para ser encubiertas y perpetuarse». La situación es delicada para la Iglesia Católica, sombría, aunque quedan más luces encendidas que sombras. Lleva razón Francisco en que hay que cambiar esta cultura, porque los casos de abusos no son hechos aislados, sino que se encuentran insertados en una cultura que impregna las diversas facetas humanas, y con las que se encuentran interconexionados los abusos que afectan a la dimensión sexual de la persona. Una sexualidad que culturalmente es sinónimo de genitalidad, y no como dimensión humana. El análisis del porqué se dan estas conductas, la raíz del problema, es complejo; y máxime en personas que pretenden ser célibes y cada una distinta. Mas con humildad podríamos señalar algún factor, como la biografía del abusador, el vivir el celibato como represión y obligación en lugar de liberación para amar comprometido con las personas; o bien no haber recibido una educación sexual integral durante su etapa de formación, reduciéndola a genitalidad; en cuanto al desvío del deseo hacia menores o adolescentes, puede ser fruto de una baja estima y autoafirmación de autoridad, incapaz de relacionarse con adultos. ¿celibato optativo también? Yo abogaría (es una opinión) por una formación en principio sin apartarse de la vida normal, en relación con el mundo que les rodea, en que el equilibrio psicoafectivo e identidad sexual se eduquen y desarrollen en aras de un celibato que sirva como fuente de servicio y de alegría, no como represión afectiva. Tolerancia cero.

* Estudios en Ciencias Religiosas y diplomaddo en Educación Sexual