Hace unos días salgo por mi barrio y veo una manifestación pacífica y silenciosa, eran personas jubiladas, con pequeñas pancartas en la que se quejaba de los contratos basura. Estamos hartos de escuchar lamentos acerca de la juventud que se marcha fuera de España en busca de mejores horizontes, chicos y chicas sobradamente preparados, pero que a la falta de empleo, cuando lo encuentran, se le suman los contratos basura. Estos miserables contratos, algunos para semanas e incluso días, abusan del deseo de trabajar y de independencia que necesitan las personas. Comenzaron en la década de la presidencia de D. Felipe Gonzalez y pensamos que era algo pasajero, fruto de una crisis económica, pero no, llegaron para quedarse, arruinando el futuro de la clase trabajadora. ¿Quién compra una vivienda sin saber si al mes siguiente se va a quedar parado?, ¿quién renueva los muebles, electrodomésticos, coches, etc?

La clase trabajadora mueve la economía de un país. La juventud necesita vivienda, pero ¿cómo se hace esto si nadie tiene seguridad en el empleo? Por más que la sociedad de consumo nos ofrezca ofertas ilusionantes, la mayoría no se lanza a cumplir sus sueños. Mientras tanto la patronal ha encontrado la gallina de los huevos de oro. Si el Gobierno incentiva a los empresarios por contratar temporalmente, en prácticas, con sueldos reducidos, aunque desempeñen el mismo trabajo que los indefinidos, y cuando se cumpla el contrato esa persona queda en paro para empezar de nuevo con otra, no estamos levantando la economía de los trabajadores, solo enriqueciendo a las empresas. Veo demagogia en las encuestas que dicen que tres de cada cuatro españoles está en el umbral de la pobreza, pero, señores diputados de izquierdas o derechas, ¿no hay nadie que saque la cara por la clase obrera?, ¿para qué sirven las elecciones?, ¿qué cuentan en esta manifestación los jubilados? Mucho, seguro que tienen hijos que no se pueden independizar, a los que están manteniendo con pensiones también irrisorias. Estos jubilados tienen derecho al descanso, viendo a sus hijos con seguridad en el trabajo y morir tranquilos pensando que no los dejan desamparados. ¿Por qué no prueba el Gobierno a incentivar los contratos indefinidos? Quizás otro gallo nos cantaría.