Según Miguel Bosé el covid-19 es un plan trazado por Bill Gates, en connivencia con Pedro Sánchez, para controlar el mundo... Y ahora va Bunbury y se suma a la teoría dando un paso más: Bill Gates quiere introducir nano-chips en la vacuna para tener controlada a toda la población mundial. La teoría asegura que, para colmo, el 5G nos ha debilitado las defensas durante la pandemia.

Luego están los que dicen que el virus se transmite por el correo y hasta los que hablan del «virus comunista» y un nuevo orden mundial porque el virus implanta regímenes comunistas. China ha traído la peste del siglo XXI y «el caldo de cultivo para que los postulados comunistas se impongan en nuestro país», afirma Olona.

No falta tampoco la teoría del cambio climático -¡el virus es un invento de los gobiernos para frenarlo!- y hasta la teoría del 8-M y el feminismo como causa directa de la propagación. Por si éramos pocos llega desde Valencia el arzobispo Cañizares y clama la teoría demoniaca de las vacunas aliñadas con células de fetos abortados: «¡el demonio existe en plena pandemia!» dice, literalmente. Y hasta está la teoría sutil, muy subliminal, de los que creen que en realidad nos hacen llevar la mascarilla para «taparnos la boca»: no hables, no grites, no digas...

No puedo despreciar sin más estas teorías porque respeto a muchas personas que las sostienen, firmes y convencidos, pero declaro que no las creo y que tengo mi propia teoría: se llama miedo. He visto el miedo en muchos ojos y al margen de los brotes psicóticos de algunos, para el resto no puedo considerar otra cosa que no sea producto del miedo, ese miedo que durante esta pandemia se ha apoderado de muchos y que para algunos tal vez sea para siempre su inseparable compañero. Miedo a perder el trabajo, miedo a no recuperar el que se tuvo, miedo a la enfermedad, miedo a perder libertades, miedo a no tener dinero, o miedo a lo más sagrado, la muerte, esa que nos deja para siempre fuera de juego. El miedo te impide «ser».

Y me apunto a la última teoría que hoy mismo escucho de las empresas más punteras de nuestro país: trabajar, producir, reinventarnos, sacar esto adelante con esfuerzo, cooperación, creatividad y positivismo y dejar las teorías conspiratorias para otros.

Hay mitos que un día caen y el que cantaba lo de Bambú para mí que además ha perdido el oremus. ¿Y ahora van y me quieren arrebatar también a Escarlata clamando aquello de ¡A Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre!? ¿Derrocar la mejor película de la historia del cine? Definitivamente, amigos, estamos locos.

* Abogada