El lunes se cumplieron 100 años del nacimiento del poeta que más alimentó mi alma durante mucho tiempo. Aún hoy encuentro la palabra justa, el consuelo necesario, el regalo perfecto en los versos de Mario Benedetti, el hombre que me enseño a amar de manera irreversible la poesía. A Mario le gustaba « ...la gente con capacidad para asumir las consecuencias de sus acciones, la gente que arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño...» A mí también, pero sin trampa, de frente y sin las cartas marcadas.

Y es que lo importante no son muchas veces las acciones, sino sus consecuencias y el valor para asumirlas, cuando esas consecuencias puede que sean más perniciosas que el hecho que las motiva.

No es el stop que te saltas lo trascendente, sino las consecuencias que de ello pueden derivarse, los daños irreversibles en forma de secuelas o invalideces para el resto de toda una vida que ya será otra muy distinta; no es la infidelidad de una noche - o alguna más - lo que desencadena un divorcio y detrás de este los efectos colaterales que pueden marcar nuestra vida, o la de nuestros hijos - por cierto también consecuencia de otro acto, tan sublime como efímero - . Y no es el divorcio en sí, sino las mal calibradas consecuencias que desencadena las que pueden marcar todo un futuro, cuando cada progenitor tira de un brazo del hijo, o cuando por cuatro paredes y un suelo, por muy de mármol que sea, se generan años de reivindicaciones económicas, de pleitos que terminarán restando para ambas partes. Hay una regla no escrita que pocos entienden: que un divorcio siempre divide y jamás multiplica.

Ahora que acaban de cumplirse también 19 años de los atentados en Nueva York y Washington, podemos afirmar que las consecuencias de aquel acto bárbaro ha sido el nacimiento de una nueva era en la lucha contra el terrorismo, que en EEUU ha traído una indecente restricción de las libertades, una constante intromisión en la intimidad de los ciudadanos y una constante violación de derechos elementales con un resultado nada satisfactorio.

Habrá algo que puede que incluso sea peor que el covid, ese virus que un día apareció (¿consecuencia de una acción?), pese a todo lo que se llevó por delante y las muchas muertes que provocó, las devastadoras consecuencias económicas que con toda seguridad nos dejará como legado. Oxfam internacional acaba de publicar un informe según el cual la pobreza causada por la pandemia será más mortífera que el propio virus.

No son los hechos, sino las consecuencias que de ellos se derivan. Cuidado, ya veremos...