He sido violada. Sí, no me miréis con esos ojos vacíos. He sido violada. Pero que nadie se entere; ni yo misma. No quiero recordar. No. Eso no me ha ocurrido a mí. Me han roto la persona. No encuentro los trozos. Por más que me lavo, no puedo quitarme este asco de sentirme viva, esta rabia contra mí, este odio por haber sido mujer. Ya no sé lo que soy. Pero que no se entere nadie. ¡Mamá!... Perdóname. Perdonadme todos. Me siento que no soy nada. ¿Nadie podrá amarme ya? Cada noche me despierto con la vergüenza de mí misma, y no consigo dormir nunca. Cada madrugada me aprisionan los recuerdos y un recuerdo: me veo correr, correr, pero no avanzo un solo paso. No quiero recordar. No. Esto no me ha ocurrido a mí. Me molesta hasta la caricia de la brisa. ¿Ya jamás sabré quién soy? No me fío de sentir. No quiero ilusionarme nunca más, ni reír, ni sonreír. Y me tiembla la voz. Ni me atrevo a hablar. Estoy segura de que nadie ve mis ojos. Y no puedo escaparme de mí misma. Cuando amanece, yo sigo en la noche. ¿Quién enciende una luz si yo sólo puedo estar a oscuras? Llega la primavera, pero yo no salgo del invierno. No me siento la piel. Olvidé lo que es acariciar, besar, decir «te amo». No. Esto no me ocurre a mí. Salgo a la calle pero sigo encerrada. ¿Quién querrá hablarme de amor? ¿Y mis hijos? ¿Dónde están mis hijos? Mi alma se ha ido a otro mundo. Mi cuerpo no puede huir con ella. Ni en las fotos encuentro que fui niña. No puedo caminar sola. Cuando atardece, corro. ¿Tendré que esperar a morir para sentirme limpia? El miedo crece cada noche. El peso de la Ley ha desequilibrado la balanza a la Justicia, le ha arrancado la venda de los ojos, le ha doblado el fiel y ha roto su alcoba. Ahora mismo ¿cuántas mujeres como yo, niñas, jóvenes, mayores? Y en silencio, en soledad y a oscuras. Yo no podía nunca imaginar que existiese esta tristeza. Miro a otras mujeres y me pregunto: «¿También tú? ¿En un suelo, un portal, una pared?» Oigo un invisible grito. ¿Dónde se quedó mi cuerpo? No tengo nada suficientemente grande para tapar mi desnudez. He sido condenada a cadena perpetua no revisable. A otras les fue peor: pena de muerte. Otras ni se sabe dónde están. ¿Me han condenado la esperanza? No. Tengo que regresar. No puedo dejar abandonadas a tantas mujeres.

* Escritor