A los 30 años de la muerte de Foucault, la última gran estrella de la intelectualidad parisina, dos de sus discípulos más destacados son C. Laval y P. Dardot, que bajo su influencia han elaborado un ensayo sobre la sociedad neoliberal titulado La nueva razón del mundo (Gedisa) que versa sobre la novedosa idea de lo «común». La tesis fuerte que defienden consiste en contraponer el neoliberalismo al liberalismo clásico del siglo XVIII, al concebirlos como dos conceptos excluyentes entre sí.

Como punto de partida, la definición de neoliberalismo como un conjunto de normas y prácticas construidas política institucional y jurídicamente. Este neoliberalismo hegemónico sería a su juicio mucho más que una mera ideología, sino que lo entienden como una racionalidad (lógica) que gobierna a través de la presión ejercida sobre los individuos por las situaciones de competencia que crea entre ellos, construyendo todo un entramado jurídico a su medida. Queda así definido como una «razón mundial» que «hace mundo» a través de todas las esferas de la existencia humana, sin reducirse propiamente a la económica. Por tanto, es la lógica del mercado que se extiende a todos los ámbitos de nuestra existencia. Es el neoliberalismo como forma de vida, que es más que un tipo de capitalismo o una forma de sociedad, hay que entenderlo más bien como una forma de existencia, de vida. Sería nuestra manera de vivir, de mantener relaciones con otros, la manera como nos representamos a nosotros mismos. Es una fabricación del ser humano. Su objetivo es apoderarse de nuestra alma, y casi lo consigue.

El neoliberalismo mutila a las personas, al convertir el modelo empresarial de la competencia en modelo general de vida, consiguiendo el gobierno de las conductas, destruyendo la protección social y el derecho al trabajo generando una precariedad deliberada.

Dardot y Laval introducen una alternativa al neoliberalismo con el concepto de lo «común», en singular, sin artículo definido. Etimológicamente con munus remiten a la idea de obligación ligada al ejercicio de una participación activa de la ciudadanía en la acción.

«Común» es la resistencia de lo que denominan la plebe, que no es una sustancia sino una actividad. Siguen la máxima foucaultiana de que donde hay poder, hay resistencias. Esa resistencia de la plebe como potencia responde al poder allí donde se ejerce, a veces de manera no previsible. Poder y resistencia no es una división binaria sino que lo atraviesa todo, es transversal. No hay un único foco, ni un lugar privilegiado, sino que el poder es definido como «un campo social de fuerzas».

La plebe puede organizarse mediante estrategias que producen efectos generales: las revoluciones del siglo XXI. La racionalidad alternativa sería pues una racionalidad del «común» más allá de las personas-empresa, obedientes y sumisas en continua competitividad del neoliberalismo actual. Creemos conocer el neoliberalismo cuando en realidad no sabemos de su naturaleza, ni siquiera de dónde viene.

Esa nueva razón del mundo desde la Filosofía y la Sociología Laval y Dardot que proponen es una ambiciosa reconstrucción de la Historia, que analiza las luchas que proliferan por todas partes. Lo «común» es su alternativa política para el siglo XXI. Una nueva política que salte de las instituciones a la calle, una democracia de la vida cotidiana.

*Profesor de Filosofía