Cómplices era y es un grupo de música que cantaba, en sus comienzos: « Es por ti que soy un duende/ cómplice del viento/ Que se escapa de madrugada/ Para colarse por tu ventana».

La palabra cómplice y, más aún, complicidad, puede despertar en cada persona ecos positivos o negativos. Se puede, y se ha utilizado, y se utiliza, como arma arrojadiza: sois cómplices de... Pero, también, se habla de complicidad como algo que acerca a las personas, que nos remite a la empatía. Más sugerente que el feeling omnipresente.

En este verano tan caluroso leemos «Dejemos de alimentar la guerra. No queremos ser cómplices» en la campaña de Intermón que nos alerta de nuestra responsabilidad en los bombardeos de Yemen, por las ventas de armas españolas a Arabia Saudí. Pero, en esa misma página, una conocida marca de cervezas anuncia un concierto al que llama Cómplices. La mezcla de llamadas a nuestra atención nos confunde.

Y, en esta confusión, hay cosas que no salen en las noticias. La multinacional española Ferrovial es accionista único de Broadspectrum, la empresa australiana que gestiona los centros de «tramitación» de personas refugiadas de Nauru y la isla de Manus. Para más de 1.000 personas refugiadas y solicitantes de asilo, Nauru es una isla de desesperación a la que son expulsadas solo por buscar seguridad en Australia. Para la empresa española, Nauru es una isla del tesoro en la que está ganando millones de dólares. El sistema que ha establecido Australia en Nauru para las personas refugiadas y solicitantes de asilo, niños y niñas incluidos, conlleva una crueldad deliberada y constituye tortura, pues son sometidas a humillación, abandono y abusos que causan problemas de salud física y mental. Su sufrimiento se agrava porque están atrapadas en la isla: no pueden salir, ni siquiera después de que se les reconozca oficialmente el estatuto de persona refugiada. No tienen ni idea de cuándo Australia y Nauru les permitirán salir de la isla.

Ferrovial está ganando millones de dólares, a sabiendas de las terribles condiciones a las que están sometidas las personas refugiadas.

Ferrovial no sale en las noticias. En las noticias sí sale, pero pequeñita, la detención, en España, del periodista sueco-turco Hamza Yalçin. Había una orden internacional emitida por Turquía, que pide su extradición, y Reporteros sin Fronteras considera que se utilizan «falsas acusaciones de terrorismo para detener y encarcelar» a informadores.

No seamos cómplices.

* Activista de Amnistía Internacional