Fue en marzo del 2020 cuando se descubrió el cometa Neowise, que hizo realidad los malos presagios típicos de estos astros. Curiosamente, el reciente 3 de enero se vio por primera vez a Leonard, otro cometa que se acercará a la Tierra el próximo mes de diciembre pero que seguro que se llevará con él todo resto de mal fario que trajo su antecesor. ¿Que en qué me baso para afirmar esto tajantemente? Pues en que suena bien y lo digo yo, que en esta época marcada por internet, ese mundo en donde reside todo el conocimiento y todo el desconocimiento humano, lo de menos es que algo sea verdad o no. Ni siquiera quién es el mindundi que lo dice. Lo único que importa es que la teoría circule. Así que una chorrada más... ni se va a notar.

Y es que asombra cómo todo es tan interpretable, especialmente desde la política. Primero fue la escritura, después los números y ahora… hasta las catástrofes. Verán: ¿Hay algo más claro que lo que está escrito? Si hasta cuando se quiere formalizar una verdad se dice que hay que ponerla «negro sobre blanco». Y sin embargo, todo texto se puede sacar de madre. Desde las obras de filósofos como Nietzsche (que dio argumentos tanto a los nazis como a los anarquistas) hasta las propias leyes o la mismísima Biblia, que habrá sido escrita bajo la inspiración divina, no entro en ello, pero que luego es interpretada como Dios le da a entender, literalmente, por cada rama del cristianismo. «Dadme seis líneas del puño y letra del hombre más honrado del mundo y encontraré motivos para hacerle ahorcar», dijo el cardenal Richelieu.

Sorprende de la misma forma que las verdades científicas más universales e indiscutibles, las matemáticas, también se dobleguen a intereses políticos. No hablo ya de una manifestación, en donde encontramos de 500 a 30.000 participantes según lo valore la Delegación del Gobierno o los convocantes. Llama mucho más la atención, por ejemplo, los proyectos de presupuestos anuales del Estado, de la Junta, del Ayuntamiento… Ni los cabalistas más sesudos de la edad media jugaban con tanta habilidad con letras y números. Una misma cifra de inversión en un presupuesto puede ser a la vez «la demostración del compromiso del partido con la sociedad cordobesa» como «una muestra del desprecio que de nuevo sufren los cordobeses» por parte de quien ha elaborado el proyecto.

Pero ya en esta época hasta las catástrofes son blanco del paroxismo de la política fácil. Ciertamente antes si había un terremoto, una peste o una helada que arrasara cosechas se discutía sobre cuál era el pecado que había cometido el pueblo para recibir tal castigo divino. Pero es que ahora parece hasta una broma que todo drama natural, en lugar de llamar más que nunca a buscar soluciones, permita cualquier discurso facilón para culpar al contrario. Así es tanto si se vacuna como si no, si el toque de queda empieza antes o después (como si el virus tuviera horario de funcionario para contagiar) o si el índice de palas per cápita para retirar nieve es suficiente. A este paso, y adelantándose a otros escenarios distópicos, podemos incriminar a todo gobierno y su oposición por no haber previsto aún una crisis zombi, no tener suficientes fusiles de rayos desmaterializadores frente a una invasión extraterrestre o de repartir muy lentamente tablas de surf entre la población para venideros tsunamis. Y seguro que ninguno tiene tampoco un plan anti-cometas. Imperdonable.