El estigma del barrio de Palmeras no es otra cosa que el resultado de la pobreza, un paro generalizado y una falta de formación que afecta al 70% de la población. De ahí se deriva la exclusión, el deterioro del barrio, la vida precaria de sus habitantes, la falta de futuro de los niños y el contundente hecho de que los que consiguen superar ese entorno desfavorable se marchan. El estudio elaborado con la participación de los jóvenes del barrio, coordinado por la Universidad Loyola Andalucía y que fue presentado ayer por los vecinos junto a esta institución académica y la Fundación Cajasur, certifica estos datos contundentes y pone el acento en la necesidad de desarrollar el plan integral de Palmeras, aprobado por el Pleno del Ayuntamiento el año pasado, una actuación global que ofrezca formación y oportunidades adecuadas a sus habitantes. El esfuerzo de la asociación de vecinos, cuyo nombre, Unión y Esperanza, es toda una declaración de principios, es fundamental, pues el deseo de cambio debe llegar desde dentro. No es el único barrio con problemas graves en Córdoba, pero quizá es el que responde con más claridad a los parámetros de exclusión social. Antes de las elecciones municipales, Palmeras da su grito de alerta. Los partidos políticos han reaccionado asegurando su intención de hacer cumplir el plan integral citado. Así debe ser. Córdoba no debe consentir que haya guetos, debe ser incansable en ese combate.