Hace unas semanas, tuve la suerte de asistir a la conferencia organizada por la ACRP a cargo del jefe de Protocolo del Gobierno de Aragón, Javier Carnicer, toda una personalidad en el mundo del Protocolo. Desde primera hora y gracias a una presentación muy dinámica, Carnicer captó la atención de los interesados que allí nos congregamos, pues para sorpresa de todos fue relacionando algunas de las referencias o conceptos sobre Protocolo que aparecen en la Biblia (más allá del recurrente «estará sentado a la derecha del Padre») con actos o situaciones protocolarias recientes.

Así Carnicer explicaba que en el libro del Génesis se hace referencia a las partes protocolarias de un acto, lo que conocemos hoy como secuencia del acto, a la etiqueta y a los criterios de ordenación protocolaria; o cómo el libro del Éxodo habla de los atributos del poder. También nos mostró como en el Levítico y en el libro de los Números se describen varias ceremonias y se explica el orden de las comitivas. Muy curiosa fue la anécdota de cómo aplicar la decisión salomónica del libro de los Reyes para solucionar la precedencia de un acto, en su caso, para organizar la presidencia de una manifestación.

Ya nos tenía a todos en el bolsillo cuando Carnicer pasó a analizar el famoso fresco de Leonardo Da Vinci La última cena. Nos contó que para su estudio y gracias a Photoshop eliminó en primer lugar a los comensales de la mesa para estudiar el «escenario» dispuesto por el pintor. El primer análisis le llevó a descubrir que si bien el fondo diseñado por Da Vinci es una imagen muy potente dada su simetría, la perspectiva y la repetición de elementos, había algo que no cuadraba en la imagen... Y es que en esta época no se utilizaban mesas rectangulares para los banquetes o almuerzos, sino la conocida como triclinium (la disposición del comedor tradicional romano consistía en tres lechos alrededor de una mesa donde colocar la comida. Los lechos de obra solían tener el lado hacia la mesa más elevado para facilitar la postura. La colocación de los invitados seguía un orden jerárquico muy estricto. Los invitados se tendían en oblicuo en el lecho, con el codo izquierdo apoyado sobre un cojín y la mano derecha libre para comer. Se les lavaba los pies al entrar y se quitaban el calzado durante la cena) o la más evolucionada stibadium (más adelante se impuso un lecho en forma de media luna en el que cabían de siete a nueve personas). ¡Qué chocante descubrir que la idea de la Santa Cena que figura en nuestro imaginario colectivo no es la verdadera!.

Después de abrirnos los ojos en este sentido, prosiguió contándonos cómo se sentaron los comensales, lo más difícil claro está en la organización de cualquier mesa. Basándose en lo recogido en los evangelios sabemos que hubo una disputa por dónde sentarse pues todos querían estar al lado de Jesús, a lo que Jesús respondió que el más joven (Juan) se sentaría a su derecha. También dijo que él mismo serviría la cena, por lo que no estaría sentado en el centro, sino en el último lugar, esto es en el extremo, pero dejando el último lugar por tanto a Juan. Igualmente sabemos, puesto que a él le daría el «pan mojado», que Judas estaría a su izquierda. Pedro, por ser el más mayor, se sentaría el primero, esto es en el lado opuesto al de Jesús, enfrente de él.

Nada que ver, por tanto, con la disposición que de Jesús y los apóstoles presentan Da Vinci y la mayoría de los pintores que han representado este conocido pasaje bíblico.

Concluyó por tanto la conferencia comentando en tono de broma que a pesar de las muchas disciplinas conocidas por Leonardo da Vinci, sus conocimientos sobre Protocolo dejaban mucho que desear (o al menos no lo plasmó en su famoso cuadro) y que «no lo contrataría como jefe de Protocolo».

* Secretaria de la Asociación de Comunicación, Relaciones Públicas y Protocolo de Córdoba. Jefa de Protocolo de la Diputación de Córdoba