Mal interlocutor cuando se trata de uno de tus hijos y aunque caminéis bajo un agradable sol de invierno por cualquier carretera de nuestra sierra. Es un contraste de amor y de sorpresa que te aprieta en el pecho. Llegamos a temas escabrosos, como dos hombres: los colores de la política, las iniciativas de sus responsables... Y la soberbia de uno mismo, que no quiere dar su brazo a torcer porque también sería un poco la propia muerte. El hijo piensa diferente y el fracaso que tú crees te produce tristeza. Sientes que es el momento de perderlo, lo peor, como un extraño: una ruina para siempre.

Vino con unas noticias en las opiniones de Moisés Naín, columnista venezolano que escribe en El País y que, en nuestro idioma, transmite sus interesantes pensamientos a todo el mundo. Aunque, ¿en quién confiar? ¿Qué aconsejar a los más jóvenes? ¿Los populismos son necesarios o inevitables? ¿Han sido populismos los grandes movimientos espirituales, las revoluciones? ¿Sin ellos habríamos progresado? No hay datos convenientes porque depende de los intereses y líneas editoriales. Hay sentimientos, emociones, corazonadas o verdades por convencimiento, no siempre útiles. Al menos, que nuestro error sea involuntario y no por conveniencia, para poder salvarnos. Deje que yo me pierda: cuando es difícil confiar en lo que descubrimos por las redes sociales. Había más fe con la letra impresa: no llegaba hasta ella la impresión o el pensamiento de cualquiera porque suponía una serie de filtros y un prestigio por solera y nombre. No paramos a meditar la probable opinión del que esconde la identidad y el compromiso. Democracia es voz de todos pero no todos estamos preparados para influir y dar la cara con capacidad, desinteresados en obtener beneficios con las no constatadas revelaciones.

¿Regalar dinero? Se anda tratando en Suiza, en Finlandia... Cubrir las necesidades vitales, ya que no hay trabajo que lo compense, que dignifique; al menos, que no haya necesidad y hambre. Tampoco peligrosos guetos de tentaciones. Las máquinas hacen el trabajo de los hombres. Lo que pudo ser bueno acabó con muchas dignidades para hacer más rico al rico e irresponsables a quienes no lo tienen. Con la tecnología se consiguió bienestar, salud, tiempo libre..., pero también aparecieron necesidades «innecesarias» y deterioros de valores irrecuperables. Un objeto útil se va sofisticando, sobre utilizando y nombrando en los medios hasta convertirlo en signo de prosperidad, incluso en el mundo infantil. El economista bueno es el que sabe multiplicar el dinero, no el que lo sabe distribuir y hacer buen uso. El sicólogo no cuida nuestra mente sino que sirve al que tiene objetos para vender. Trataba a los locos para hacerlos cuerdos y, ahora, nos vuelve locos hurgando en nuestras cabezas.

Rivalidad desde que entran los niños en el parvulario: el día de mañana... Una vida entera con esa angustia para padres, profesores, sociedad... .¡Tienen que trabajar! ¡Han de ser los mejores! Pero los niños, los mayores... Somos diferentes... El artista no tiene que ser banquero, ni éste merece una jubilación millonaria tras una vida de premios por el sacrificio de tanta gente.

¿Un sueldo sin trabajar? ¿Por qué no, hijo? No hay trabajo y tendrá que repartirse el que haya. Si no, el sueldo: el reparto será más humano que dejaros en el desamparo y la soledad.

* Profesor