Cacho puta». «Perra asquerosa». «Algún día encontrarás un loco de verdad al que hayas arruinado la vida y te la liará». «Otro tiroteo de tus amigos los moros, roja babosa». «Te jodes, pedazo de saco de mierda». Frases y amenazas como estas se pueden ver en las redes sociales desde hace mucho tiempo. No es un fenómeno nuevo. De hecho, las que acaban de leer pertenecen al mismo tuitero en diferentes momentos. Nunca la justicia ha actuado de oficio. Ni tampoco cuando se ha interpuesto querella. Nunca la policía ha hecho nada. Leo que el ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido, anuncia precisamente en Twitter que ha sido detenido un joven en Barcelona que se mofó de la muerte del que fue fiscal general del Estado, José Manuel Maza, («es lo que tiene almacenar tanta mala leche, que te terminan petando los riñones como al fiscal Maza. Seguro que en Cataluña estarán tela de preocupados») y que había amenazado al delegado del Gobierno en Cataluña, Enric Millo («un día le apuñalaré en la calle»).

Me pregunto cuál es el criterio que sigue el Gobierno a la hora de tomar este tipo de decisiones. No parece que sea por la gravedad de lo escrito en las redes sociales, porque hay ejemplos iguales o peores cada día. Imagino que tiene que ver con quienes son aludidos en esos textos.

Porque tampoco fueron detenidos Fernando de Reyna y Tomás Santos. Los dos tuiteros que ahora están siendo juzgados por sus mensajes infectos enviados a Pilar Manjón, cuyo hijo fue asesinado el 11-M en los atentados terroristas de la estación de Atocha. Uno de ellos escribió: «¿Qué se puede esperar de una mala madre que hace negocio apoyando la impunidad de su hijo?». El cobarde ha dicho ante el juez que fue solo «un calentón». Pilar permaneció durante toda la sesión en la sala. A pesar de que se le dio la oportunidad de no pasar este mal trago, ella prefirió mirar de frente y a la cara a quienes se esconden tras una pantalla y escriben barbaridades jugando con el dolor de una familia devastada por la tragedia.

Las mujeres como Pilar y su dignidad hacen mejor nuestro país. Una muestra de valentía frente a los cobardes que en redes sociales o en chats con 200 personas como los policías municipales de Madrid (portando armas) insultan y amenazan no únicamente a personas conocidas sino y, sobre todo, a gente que no puede defenderse como cualquier ciudadano español o extranjero al que estos u otros nazis consideran inferior.

Es gente que lleva el odio grabado en la piel y que desgraciadamente forma parte de nuestra sociedad. De nosotros depende subrayar lo que hacen, dicen y escriben. De las autoridades hay días que no merece la pena esperar nada.

* Periodista