El primer aforo de producción de cítricos para 2020-2021 celebrado en Palma del Río ha puesto sobre la mesa datos muy interesantes. Esa puesta en común de la extensión y producción de naranjas, mandarinas, limones y pomelos nos hace saber que seguimos creciendo a nivel nacional y andaluz en cantidad y calidad, que aumentan las exportaciones a Francia, Alemania, Reino Unido, Canadá e incluso, China; que la cosecha crece en Andalucía un 6% y sigue generando miles de jornales; que la provincia de Córdoba alcanzará más de 377.000 toneladas de cítricos. En el valle del Guadalquivir cordobés, en los términos de Palma del Río, Hornachuelos, Posadas, Fuente Palmera y otros se concentra casi la totalidad de la producción. La ciudad palmeña capitanea un intenso trabajo de ampliación de más hectáreas de frutales, nuevas variedades, mejora en la producción y tratamiento en las centrales hortofrutícolas ubicadas en los polígonos agroindustriales de Mataché y El Garrotal. En ese proceso han invertido los ayuntamientos con la creación de fuertes asociaciones como Palma-Naranja y Palma-Ecológica junto al GDR y la marca de garantía Naranja del Valle del Guadalquivir y el Ifapa. Existe una cultura centenaria de la naranja que se remonta a la Edad Media, con la introducción de naranjos aromáticos, ornamentales y la fruta agria. Los pagos de huerta de la antigua villa de Palma son el epicentro de la historia de la naranja, la huerta y los hortelanos. Nombres míticos como Arriel, El Rincón, La Pimentada, Duque y Flores, La Barqueta, El Carrascal, Pedro Díaz, La Graja, El Pisón, La Chirritana, que visitó el rey Alfonso XIII, el Higueral, El Corvo y Las Delicias han mantenido un legado que sigue creciendo en un paisaje con historia y con naranjas cantadas por el poeta Carlos Fernández Shaw en La vida loca .