El barómetro de julio del 2017 es, sin duda, la mejor noticia que ha recibido el PSOE en mucho tiempo. La encuesta --primera que realiza el CIS desde la victoria de Pedro Sánchez en las primarias socialistas-- coloca al PSOE a menos de cuatro puntos del PP en estimación de voto (28,8% frente a 24,9%). Respecto al barómetro de abril, el mes en el que se efectuó el anterior estudio del CIS, los socialistas le recortan a los populares cinco puntos de diferencia. Es una remontada espectacular en términos demoscópicos y que hay que atribuir sobre todo a la inyección de entusiasmo que ha supuesto el regreso de Sánchez a la secretaría general socialista. De hecho, para acabar de redondear las buenas noticias para el PSOE, los socialistas también aumentan su ventaja sobre Podemos, que crece un poco respecto al anterior barómetro. En la otra cara de la moneda, el CIS supone un golpe para el partido del Gobierno. Llama la atención que tanto Mariano Rajoy como Pablo Iglesias tienen unos índices de valoración muy bajos (un 2,79 el popular, un 2,95 el líder de Podemos). Sin rozar al aprobado, Pedro Sánchez llega al 3,73, por el 3,58 de Albert Rivera. Datos, pues, que dan la razón a Sánchez en su giro a la izquierda, plasmado con una posición más beligerante con el PP en el Congreso. La encuesta es también una llamada de atención para el PP. Efectuado antes de que Rajoy testificara en el juicio de la trama Gürtel pero después de que Luis Bárcenas compareciera en el Congreso, el barómetro muestra el desgaste del Gobierno justo cuando saca pecho por los buenos datos económicos.