Desaparece la estructura comercial de Círculo de Lectores y con ella se cierra otro capítulo de una era que caduca. Termina «una etapa maravillosa», según el comunicado que ha recibido la red de colaboradores, y Grupo Planeta mantendrá Círculo de Lectores, que adquirió hace cinco años, pero sin esos agentes «no profesionales» que visitaban los hogares con un catálogo, recibían el pedido del cliente y luego le llevaban a casa los libros, según informa la agencia Efe. Cuántos españoles, desde que se creara este proyecto editorial en 1962, han ido formando sus bibliotecas domésticas con los ejemplares que iban adquiriendo poco a poco, mirando la revista, comentándola con los colaboradores a los que abrían las puertas de sus casas y que les contaban qué libros tenían más demanda, cuál era la novela más interesante, que enciclopedia podía interesar... Una tarea que en las ciudades tenía algún sentido, pero en los pueblos de aquella España rural mal comunicada y falta de servicios era fundamental.

Pero todo esto se termina. Cabe suponer que los libros no dejan margen comercial para que los agentes se lleven su comisión, y que la competencia de Amazon y otros sitios de internet --incluidos los de venta de segunda mano- se ha cargado el negocio. Como ocurrió con el de aquellas vendedoras de Avon, puerta a puerta con cremas y maquillajes, o con los delegados de casas de moda y joyas... Quizá sobreviva algo de todo esto, pero resulta triste comprobar que en unos momentos en los que la distribución y la entrega de paquetes se multiplican por mil, el ser humano solo hace falta para conducir la moto y cargar con la mercancía. Ya no es necesario que alguien atienda a los clientes, los escuche y comparta con ellos, con más o menos ganas, un rato de conversación que les oriente sobre lo que van a adquirir. Tenemos a los nuevos prescriptores de internet, que se llaman influencers. El Círculo de Lectores es otra víctima de estos tiempos en los que ya no invitamos a nadie desconocido a sentarse en nuestro sofá.