Ayer se celebró el Día Internacional del Beso. Del beso de verdad, no de ese icono que nos enviamos por el whatssap y es frío como la madrugada en Alaska. Del beso que se deposita en la mejilla, del beso reverenciado en la mano, del beso apasionado de tornillo, del beso que se lanza al viento. Un psicólogo alemán, Arthur Sazbo, asegura en un estudio que «las personas que dan un beso cada día a su pareja antes de salir de casa viven cinco años más, tienen menos accidentes de coche y ganan más dinero». Sazbo no ha hecho sino ponerle precio a aquello que cantaba la copla de que tres cosas hay en la vida, «salud, dinero y amor». Y es que solo cuesta un beso.