Recientemente se nos ha informado, tanto a los familiares como a las personas ancianas que precisan de un programa de atención diurna especializado (como ayuda para la realización de las actividades básicas y/o actividades instrumentales de la vida diaria), que están valiéndose del Centro de Día de la Cruz Roja Española, situado en la calle Parque de las Avenidas número 8, que a final del presente año dicho centro cesaba en su actividad.

En el proceso informativo la persona designada, al parecer, sin capacidad de decidir, no entró a dar soluciones, ni a darnos respuestas a las preguntas que todos los presentes, sorprendidos, le requeríamos, y tuvimos que cerrar el coloquio sin que nos contestase a nuestras dudas sobre tal determinación. Solo se limitó a explicar que los motivos de dicho cierre respondían a criterios economicistas, ya que las instalaciones no reunían las condiciones necesarias para cumplir los requisitos exigidos para recibir una subvención estatal; cuando las mismas, donadas en su día por Cajasur, llevan funcionando, muy bien, por el orden de veintisiete años sin que, hasta ahora que esto sucede, se les hayan puesto condición o restricción alguna.

Con gran desasosiego y disgusto de todas las personas presentes, por el considerable daño que esta decisión proporciona, ya que son nuestros mayores los que perentoriamente necesitan de tan preciada ayuda, tratamos de buscar soluciones, incluso la de reparar los defectos buscando nosotros ayudas o subvenciones para tal fin, recibiendo siempre una negativa irrecurrible.

Por todo ello, es mi deseo enviar un mensaje crítico a todas las administraciones públicas para que no se desentiendan de este colectivo, entre las que incluyo también a la seriedad y al prestigio de la Cruz Roja, para que no se cierre este centro, y mucho menos careciendo de la más mínima seguridad en este proceso, para nuestros ancianos, que debería ajustarse a las garantías que el Estado español reconoce cuando, a las personas, se les van a retirar derechos y deberes ya consolidados. Agregando que nadie, absolutamente nadie, estamos exentos de necesitar pasar, algún día, por ese camino.

<b>Antonia Illescas Rodríguez</b>

Córdoba