En estos días se celebra el 30 cumpleaños de internet. Hace tres décadas que el físico británico Timothy Berners-Lee inventaba en Ginebra la World Wide Web. Quizás no fuera consciente entonces, pero su invento ha cambiado la sociedad, las relaciones humanas y los modelos de negocio, convirtiéndose en uno de los pilares de la globalización mundial. Hoy existen más de 1.300 millones de páginas web en el mundo, e internet alcanza ya al 57 por ciento del total de la población del planeta.

Desde luego, ha supuesto un cambio de era en la historia de la humanidad, que hoy se divide entre quienes están dentro o fuera de la red. Actualmente, el 31% de los españoles reconoce que no imaginan continuar con su vida cotidiana sin internet, sin Booking para sus viajes, encontrar información utilizando el buscador de Google, comprar en Amazon, seleccionar vídeos en Youtube, o ser uno de los 2.200 millones de usuarios activos de Facebook.

El principal uso de Internet es el de mantenernos informados y actualizados, entretenernos y estar en contacto con familiares y amigos. Lo más positivo que internet ha logrado en estos 30 años es conectar a las personas, crear nuevas formas de trabajo, reconvirtiendo muchos negocios y sectores de actividad, y mostrar nuevas formas de aprender. Y aunque sin duda la Web ha sido la innovación más impactante de nuestros tiempos, según su creador también tiene hoy amenazas, y no solo por cuestiones de accesibilidad y de mantenerse la brecha digital en gran parte de los países pobres. Tim Berners-Lee considera que la web actual se ve afectada por varias fuentes de disfuncionalidad, como lo son la piratería y los ataques informáticos patrocinados por gobiernos, empresas o las conductas delictivas y el acoso en línea, frente a los que no existe una clara barrera en el contexto internacional que sea capaz de ponerle freno.

De otro lado, se están desarrollando sistemas que por diseño crean incentivos perversos y sacrifican los intereses del usuario, como los modelos de negocio basados en la publicidad que recompensan comercialmente el clickbait; sin olvidarnos de la vulnerabilidad de nuestros datos personales, y la viralización de información falsa, llevando a crear oficinas públicas y privadas para contrastar la veracidad y denunciar los falsos mensajes. Ya indicamos como la Universidad de Massachusetts publicó el año pasado un estudio en el que aseguraba que en las redes sociales se difunden más noticias falsas que verdaderas, polarizando intencionadamente el discurso político y cultural que prima en la actualidad, contaminando la convivencia desde el uso del anonimato y la manipulación.

Toda una ventana abierta al mundo, llena de posibilidades, pero no exenta de riesgos y curvas por las que debemos saber conducirnos, aunque no siempre tengamos el carnet para hacerlo.

* Abogado y mediador