Vivimos, estos días, las felicitaciones navideñas en sus mil modalidades. Desde las «comidas oficiales» de instituciones y de empresas, hasta el pequeño christma que encontramos por correo postal o electrónico. Todo un aluvión de deseos, formulados desde la orilla de la fe o desde la frontera de la esperanza. Como telón de fondo, el portal de Belén, o acaso una estrella o un paisaje florido, y una serie de mensajes escogidos que nos conmueven el corazón. Porque de eso se trata precisamente, de abrirnos al anuncio de la Gran Noticia, que hace ya más de veinte siglos traspasó las entrañas de la historia, partiéndola en dos mitades: antes de Cristo y después de Cristo. Lo más importante es recibir y leer despacio el «christma del corazón», primero, porque brota del corazón de quien lo envía, y segundo, porque abrimos el nuestro para acoger sus mensajes. Llega puntual la felicitación del obispo de la Diócesis, Demetrio Fernández, recordándonos unas palabras de san Juan de Ávila sobre la pobreza de Jesucristo, nacido en Belén, e invitándonos a contemplar la «blandura de Dios». Nos llega, desde Granada, el christma del arzobispo Javier Martinez, con una breve oración personal: «¡Tú que, siendo rico, te hiciste pobre por mí, por nosotros, enriquécenos con tu Amor!». Desde el arzobispado castrense, el arzobispo amigo Juan del Río destaca el anhelo de que «el Nacimiento de Cristo colme de alegría y paz el corazón y llene de bendiciones el Nuevo Año». El subdelegado del Gobierno, en Córdoba, Juan José Primo, ha aunado en su christma, cuatro destellos importantes: el libro de la Constitución Española, la bandera, el retrato del Rey y un nacimiento en miniatura con el Niño Jesús: «Feliz Navidad. Y que el nuevo año te venga lleno de felicidad». Se agolpan otras muchas felicitaciones, entre las que me gustaría destacar la de la Agrupación de Hermandades y Cofradías con el «sí de María, que ha de servirnos de ejemplo para nuestro «sí», «ante la urgencia, más imperiosa que nunca de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús». Cada felicitación navideña nos trae un «trozo de corazón», en el anhelo ferviente de una nueva felicidad.

* Sacerdote y periodista