Hoy mismo vamos a poder disfrutar, de la mano de la Fundación Cajasol, de unas ilusionantes jornadas sobre la figura de Chaves Nogales en Córdoba. Viene muy al caso y al momento la figura del universal periodista sevillano y más aún en estos momentos convulsos con nuestro callejero. No seré yo quien aliente el incumplimiento de la ley, ni mucho menos podré criticar su cumplimiento aunque disienta frontalmente en el fondo y en la forma. Las leyes están para cumplirse; las que nos gustan y las que no, incluso la que nos ocupa a pesar de su cainita y revanchista redacción.

Chaves fue un hombre adelantado a su época, supo retratar como nadie los hechos de una guerra civil en A sangre y fuego, una suerte de relatos cortos, desde los dos bandos, donde se muestra lo injusto de la guerra y lo innecesario de la misma. A sangre y fuego sí que es un auténtico canto a la memoria democrática y a los derechos y libertades, cuya lectura haría mucho bien a nuestros políticos que -al contrario de lo que piensan- resucitan fantasmas pasados y azuzan y despiertan demonios incontrolables.

La propia república abjuró de su persona por su carácter ecuánime y su incontestable visión del campo andaluz. Eran tiempos donde la verdad fue la primera gran víctima de una época que conviene no recordar demasiado, a fuer de que la memoria democrática lo recomiende.

Por otra parte, el régimen lo ninguneó y relegó al ostracismo por sus firmes condiciones republicanas y su carácter liberal, muriendo en Londres en 1946 tras exiliarse -de verdad- a Francia.

Su figura es tan alargada que, no siendo taurino, escribió el libro más leído sobre toros: Belmonte. Una obra maestra sobre la superación personal, un canto al esfuerzo personal y, posiblemente, una de las mejores biografías escritas en castellano.

Suyo es igualmente ¿Qué pasa en Cataluña?, una imagen preclara y premonitoria de los acontecimientos que vivimos el otoño pasado.

Córdoba le debe a Chaves Nogales este merecido tributo, por ser cordobés su primer libro y su primer hijo, pero sobre todo por ser espejo del español del siglo XXI. Obra de tal manera que tus actos puedan ser tomados como normas generales de conducta, eso formula el imperativo categórico kantiano y eso materializó.

El acto de hoy supone un homenaje a los derechos, las libertades y a la memoria democrática de mayor calado que cualquier dudosa interpretación partidista de la ley de memoria democrática, y el que no esté de acuerdo conmigo que lea El maestro Juan Martínez que estaba allí.

Ahora que hemos dejado hueco libre en nuestro callejero propongo -desconozco si la tiene- una calle con el nombre de Manuel Chaves Nogales, verdadero luchador por las libertades y la memoria democrática y no como la señora Dolores Ibárruri, cuya lucha por las libertades y la democracia resulta sonrojante para cualquier demócrata de bien que se tenga por tal.

Somos muchos los españoles a los que todo aquello les suena lejano y extraño, a pesar de tener testigos directos, pero una cosa tenemos clara sobre la guerra: «La causa de la libertad entonces en España no había quien la defendiera». Chaves Nogales, Manuel. A sangre y fuego.

* Abogado