No. Reconozcamos que no fue Sánchez ni su Gobierno los que abrieron el matraz ni liberaron el contenido de la pipeta que expandió el caldo de cultivo del virus. Eso no. Pero cuando los que se ha dado en llamar «ofendiditos» de las redes sociales sueltan por esa boca su mantra contra los que critican al Gobierno, ocultan a sabiendas que las críticas no se vierten por otra cosa sino por su inoperancia, por su incapacidad, por su inutilidad, por su descoordinación, por su incontrolable tendencia a la mentira. Vale, démosles a los ofendiditos su soma lenitivo: en efecto, no es este gobierno el único en haberse caracterizado por las mismas genialidades descritas más arriba. La crisis del covid-19, si algo ha dejado claro, es que en todos lados cuecen habas, que los países están dirigidos por una tribu de charlatanes, de gentes cuyo único mérito es la facilidad de palabra, una verborrea puesta al servicio de sus consignas vacuas y demagógicas típicas de delegado de primero de Facultad. En España, por estar más cerca, lo hemos podido comprobar. Llevan años mareando a la gente con su fomento de las disensiones y el enfrentamiento, sea por cuestiones ideológicas o territoriales, derrochando dinero en nada y en todo lo que ha dejado al descubierto una insostenible descoordinación estado-autonomías. En vez de invertir en lo realmente útil para los ciudadanos como investigación, sanidad, educación, pensiones, seguridad, ciencia y tecnología, hemos financiado embajaditas separatistas, plataformas y plataformos, observatorios y observatorias, y mil y una cositas secundarias al servicio del voto ideológico y cautivo. No se explica que el Gobierno de la cuarta potencia europea no haya ordenado hace más de un mes la producción de respiradores, mascarillas y otra protección especial para el personal sanitario y de orden público, teniéndolas que comprar fuera de forma caótica. Y no se entiende que a nadie le saltara la alarma más roja al ver lo que ya estaba sucediendo en China e Italia y siguiera permitiendo concentraciones de cualquier tipo. Por eso, crítica ciudadana sí, inmensa, a todos los niveles y en todo el mundo. Por supuesto.

* Escritor @ADiazVillasenor