Hace un par de semanas, durante las III Jornadas Gastronómicas Cervantinas celebradas en Castro del Rio, me imaginé a don Miguel de Cervantes caminando por el Barrio de la Villa. Entró en un mesón y tomo a asiento en un taburete hecho con leña de olivo, junto a una mesa artesanal con aroma a olivo recién talado. Origen lejano de los muebles de madera de olivo que se hacen hoy en Castro del Rio. Por eso no me sorprende que este fin de semana se celebre en uno de los recintos árabe-medieval más importantes de Andalucía la XI Ars Olea, Feria de Artesanía de los muebles de madera de olivo que se conocen en toda España y en el mundo entero. Cervantes, recién salido de la cárcel, estaría sediento y hambriento, y pediría en el mesón una jarra de vino de la tierra; vino con mucho cuerpo y ninguna química. La mesonera le recomendaría el plato de la casa: albóndigas castreñas de carne de cochino, jamón y buen tocino. Hace años me lleve una sorpresa al ver aparcado en la entrada de la ciudad un camión con matrícula de Dinamarca: descargaba bacalao. Son pues, varios motivos para que fijemos la atención en la gastronomía de la feria Ars Olea. Bacalao, mariscos, aceite de oliva y buen pan artesanal, sin olvidar los dulces castreños, como el tradicional castillo de caramelo y los famosos huevos fritos. La mesonera le aclararía a Cervantes que eran una exquisita dulzura. Quizás por eso bautizó con el nombre de Dulcinea a la dama de los ensueños amorosos de don Quijote. Mi felicitación al alcalde José Luis Caravaca y al Artesano de Honor Antonio Pulido, por el auge de Ars Olea.

* Periodista