La vida municipal ha sido parte esencial de mi trayectoria política, y puedo añadir que mi gestión ha abarcado los momentos esenciales de impulso de la política local. Mi experiencia me ha permitido constatar que cada época ha planteado sus propios retos en la vida de los ayuntamientos. En los inicios de la democracia el objetivo fue dotar de las infraestructuras más básicas nuestros pueblos y ciudades, y gestionar con muy pocos recursos el funcionamiento de nuestras instituciones. Se trataba también de instaurar nuevos modos de gestionar, con transparencia, con humildad, desde la cercanía a los problemas de los ciudadanos. En una segunda fase, ya con presupuestos saneados, se trataba de orientar las políticas con planteamientos de infraestructuras y servicios más ambiciosos, con nuevos proyectos sociales y culturales. Y aquí era esencial evitar el cortoplacismo y la rentabilidad electoral, había que mirar al futuro desde el interés general. En una etapa posterior, afianzado el marco jurídico de competencias de las entidades locales y la creciente potencialidad desde este ámbito para impulsar el desarrollo económico y el bienestar social, ha sido esencial saber planificar y gestionar con racionalidad y eficiencia. Y aquí era fundamental estar atentos a las exigencias del tejido económico y a las nuevas demandas sociales. Era imprescindible, además, impulsar y apoyar un tejido asociativo serio, capaz de encauzar de manera solvente estas nuevas demandas desde la sociedad. Identificar ese mundo asociativo o participativo solvente, al margen de preferencias particulares, es también un reto. Con motivo de las próximas elecciones municipales, cuando ya he decidido retirarme de la gestión local con la satisfacción de muchos años al servicio de los ciudadanos, con mis aciertos y errores, creo oportuno recordar que los buenos políticos municipales saben extraer enseñanzas del pasado, que la transparencia, el bien común y la eficiencia son valores que deben prevalecer. Creo que los gobernantes municipales de cada generación deben ser capaces de identificar y liderar los proyectos que su tiempo demanda en la vida municipal. Pero para ello hay que estar cerca y a disposición de lo que demandan los ciudadanos, evitando el sectarismo y el riesgo de poner la política municipal al servicio de objetivos de muy diverso género ajenos al mundo municipal. Mi experiencia es que los ciudadanos saben valorar la actitud y capacidad de sus gobernantes municipales, y con el tiempo saben recompensarles por ello.

* Vicepresidente cuarto de la Diputación. Fue alcalde de Palma del Río (1991-2007)