En tiempos de Trumps, Bolsonaros, Faranges o Salvinis cualquieras; en tiempos de Maduros, Ortegas, Erdogans o Putins; en tiempos de cosmologías subjetivas e ideologías simples hechas a base de tuits y de fake news; en estos tiempos de neo-neoromanticismo en los que lo cierto se confunde con lo emocionante y la razón se sustituye por los sentimientos; en estos tiempos de bloques, blancos y negros, rojos y azules; en tiempos de tribus y de identidades definidas... es necesario que haya personas moderadas, gentes de centro cuya ideología sea el acuerdo. Porque, salvo algunas cosas fundamentales, en la vida y en la política, ni lo cierto, ni lo bueno está siempre del mismo lado, aunque sí está siempre en la verdad y en el respeto a la individualidad de cada uno.

En tiempos de dispersión de voto, en los que el partido que más obtiene no llega al 30% del total de los votos (lo que hace que no tenga más apoyo que el 22,5% de los llamados a urnas), en los que los siguientes no alcanzan el 20% y los que más vociferan apenas rozan el 10%... es necesario que haya algún partido de centro cuyo papel sea el de moderar el discurso de unos y de otros, de ser puente entre un bloque y otro, entre una tribu y otra. Porque, salvo en algunas cosas fundamentales, tales como Europa, la Constitución, la integridad territorial y las libertades básicas, lo demás es posible discutirlo y modificarlo siguiendo un procedimiento democrático.

En tiempos de enfrentamiento y conflicto, de polarización y de personalismos, es necesario, por el bien de cualquier sociedad, que haya personas, instituciones y partidos que no aspiren a conformar y llegar a una mayoría, sino que, siendo una minoría, sirvan a todos. Porque en tiempos de polarización, en los que los extremos agrupan las mayorías, es necesario que haya personas, instituciones y partidos que mantengan la posibilidad del diálogo, aunque los extremistas de uno y otro lado no se lo reconozcan.

Y porque vivimos en tiempos convulsos, de dispersión de voto, de enfrentamiento y polarización es por lo que creo que en nuestro sistema político es necesario hoy un partido como Ciudadanos. Un partido que fue capaz de votar a favor para que Mariano Rajoy conformara Gobierno (como se abstuvo la parte más moderada del PSOE), al tiempo que llegaba a acuerdos con el PSOE en Andalucía. Una posición que, en mi opinión, tenía la coherencia de buscar la gobernabilidad y la convivencia.

Por eso no entiendo la estrategia del señor Rivera en los últimos meses. En mi condición de andaluz entiendo la coalición de gobierno con el PP en Andalucía, pues desalojar al PSOE de la Junta era un ejercicio de higiene política y democrática necesario para romper un sistema que había llegado a convertirse en un régimen político. Lo que no entiendo, ni lo entendí en la campaña electoral, es el veto de Ciudadanos al señor Sánchez, pues, aunque me parezca un presidente inconsistente, ha ganado las elecciones y es el llamado a conformar gobierno. Máxime cuando un Gobierno de coalición del PSOE y Ciudadanos sería bien visto por una mayoría de la ciudadanía más amplia que la que reflejan los votos obtenidos por cada uno de ellos en las generales. Por eso tampoco entiendo la dificultad que tienen en la geometría de apoyos en distintas autonomías y grandes municipios. Para mí, que Ciudadanos apoye en algunos casos al PP y en otros al PSOE, lejos de parecerme una incoherencia, creo que es la esencia política de lo que debe ser un partido de centro. Es decir, la esencia de su función de partido de centro y el servicio que han de prestar a la ciudadanía.

El problema es que estar en el medio no es ni cómodo, ni fácil. Pero, en los tiempos en los que vivimos, es una función necesaria. Y para ello, y aunque parezca una contradicción, hay que aspirar a ser siempre minoría.

* Profesor de Economía. Universidad

Loyola Andalucía