El Gobierno alemán lanza un plan de inversión de 40.000 millones de euros para promover la transición energética con el objetivo de reducir las emisiones de CO2 y cumplir con los compromisos pactados en los acuerdos de París. Las lucha contra la emergencia climática se ha colado en las agendas de todos los países y de todos los sectores económicos a través de la llamada Agenda 2030 promovida por las Naciones Unidas, con sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Se multiplican las iniciativas públicas y privadas, como la Semana de la Movilidad Sostenible, para concienciar, e incluso exigir, medidas concretas tanto de las instituciones y las empresas como de cada uno de nosotros. La ONU celebra una nueva cumbre sobre el clima la próxima semana en Nueva York. Lo verde, digan lo que digan los sectores trogloditas de Vox, está dejando de ser una ideología para convertirse en centralidad política y social. Tomen nota los spin doctors: la centralidad se tiñe de verde.

El devenir de las ideas desde los extremos hacia el centro es siempre curioso. En este arranque de siglo XXI asistimos a este viaje en el caso de la ecología y del feminismo, gracias al empuje de la emergencia climática y de la violencia de género. No estar atentos a estos movimientos provoca la parálisis política. No nos imaginamos a la canciller Merkel soltando en al tele que se quedaría sin dormir si estuviera en un gobierno de coalición que la obligara a cerrar las nucleares. Las cerró de la misma manera que ahora quiere que su legado sea de color verde y no del negro de la austeridad. Y, además, no quiere que Los Verdes ganen las próximas elecciones por lo que quiere robarles el monopolio de determinadas ideas que ahora ya son mainstream. El Círculo de Economía o Foment del Treball han puesto en el frontispicio del mandato de sus nuevas juntas precisamente los ODS. Muchas empresas los han convertido en eje de sus planes estratégicos. Y en muchas casas se recicla o se abomina del plástico gracias a la presión de los más jóvenes aunque muchos se rían injustamente del fenómeno Greta Thunball. La centralidad es verde pero queda mucho camino por andar. Y el pesimismo es un mal acompañante para recorrerlo.

* Periodista