Fumar un cigarro será un placer para el que ávidamente lo enciende y gustosamente lo inhala, pero para el fumador pasivo es una faena, porque no solo no disfruta sino que, además, le puede sobrevenir un cáncer. Viene al caso esta reflexión para aquellos que argumentan las excelencias de las cementeras y el uso de los residuos urbanos, plásticos agrícolas, neumáticos y lodos como fuentes energéticas y pretenden hacerlo en medio de una ciudad de 350.000 habitantes.

Permítanme que dude que las cementeras-incineradoras, desde el punto de vista medioambiental y de seguridad y salud, sean totalmente inocuas y felizmente seguras, como propugna sus promotores; pues, desgraciadamente incolora, inodora e insípida ya no es ni el agua, y no me tranquiliza nada el que me hablen de que sus valores límites de emisión son los "autorizados", pues autorizadas han estado, o están, las radiaciones, la manipulación del amianto o el uranio, la gasolina con plomo o el propio tabaco que con el tiempo se han demostrado que no eran tan inofensivas como las sesudas investigaciones pagadas por los interesados nos aseguraban.

Por principio, no tengo nada contra su uso bajo "ciertas" condiciones, pues el desarrollo tiene sus servidumbres y exigencias, pero pretender que se acepte su existencia dentro del casco urbano me parece, en cuanto menos, toda una temeridad: ¡Ya bastante contaminada está la ciudad con lo suyo como para que se le incremente con emisiones canalizadas a la atmósfera de los gases generados en sus hornos!

Todo el mundo sabe que los grupos humanos más afectado por estas emisiones son el infantil y juvenil, a los que las posibles afecciones y riesgos derivados de las emisiones procedentes de los hornos cementeros (el óxido de nitrógeno, dióxido de azufre, micropartículas, metales pesados, dioxinas, furanos, etc.) tienen una especial incidencia. Pues bien, ¿nos hemos parado a pensar a cuántos niños y jóvenes afectarían en Córdoba si se autorizase la incineración en la cementera Cosmos

Desde este artículo quisiera llamar a atención a las Asociaciones de Padres y Madres (AMPAS) de los centros educativos afectados para que reflexionen sobre este tema y hagan llegar a las autoridades su opinión sobre esta delicada cuestión.

* Profesor