Resulta hoy apasionante y complicado ser empresario. El emprendimiento, en el que se arriesgan recursos y se exponen capacidades, necesita de confianza y certidumbres, y vivimos momentos arduos en toda actividad que se ve arrastrada por el desencanto generalizado de la sociedad, atenazada por la confusión, la caída del consumo y el freno de la economía que está llevando al cierre de muchas empresas. Las cuales, están siendo fundamentales para que la producción no se paralice, las mercancías se transporten, los establecimientos abran o la luz, el internet, las medicinas o los alimentos se dispensen. Detrás de todo ello hay empresarios que se han endeudado en más de cien mil millones de euros tras el comienzo de la pandemia. Ellos sostienen el empleo y generan riqueza, prestando un servicio desde la responsabilidad social que les corresponde. Por eso, estar a su lado es un acto de reconocimiento y justicia que nos compete a todos.

Meritoria resultó la reelección por unanimidad y aclamación de Antonio Díaz como presidente de todos los empresarios cordobeses, tras 4 años y 8 meses en el cargo. El proclamado presidente, con la moderación de sus formas, el equilibrio de sus planteamientos y la firmeza de sus convicciones, invocó en su toma de posesión, la sólida representatividad e implantación de la organización empresarial en momentos que surgen crepúsculos fantasmales. Pidió unidad frente a las fuerzas centrífugas que quieren dividir todos los estamentos. Defendió la independencia, para que la voz de las empresas no se deje arrastrar por ese río de los prejuicios, de las descalificaciones o las manipulaciones. Y propuso la innovación y resiliencia del tejido empresarial que debe adaptarse a los nuevos tiempos, para seguir siendo competitivos y mantener el empleo. Son momentos en los que hay que crear certidumbres que generen una confianza imprescindible en las relaciones sociales y en las apuestas de futuro. Y Antonio Díaz contribuye a ello con el ejemplo de su talante y cercanía, dando continuidad a un plan de acción empresarial que debe desarrollarse, y tendiendo puentes de diálogo con todos. Esos puentes de los que estamos tan necesitados, que sirven de unión, de encuentro a orillas separadas, que superan los obstáculos del camino.

No solo había representantes empresariales de todos los niveles, sectores y territorios en la reelección del presidente de los empresarios cordobeses. Allí estaban también los representantes de todas las administraciones, partidos políticos, sindicatos, instituciones, universidades, que avalan y reconocen el esfuerzo de nuestros empresarios, y la generosidad de quien se pone al frente de ellos en estos momentos. Lo que sólo es posible desde el sacrificio personal y el apoyo de los más cercanos, quienes calladamente esperan cada día al caer de la tarde. El bien no hace ruido, y el ruido no hace bien, en palabras de Vicente de Paul. Enhorabuena.

*Abogado y mediador