Vale tiene doce años y casi todas las noches de verano sale de caza con gente del bloque. Apuntan hacia el espacio de luz reverberante, trozo de pared con farola, y disparan tirachinas fabricados con pinzas de la ropa. Cuando la salamanquesa cae, Vale la remata si es necesario y la mete en una caja de zapatos. Algunas veces, Eduardo se pone pesado atribuyéndose el acierto hasta que Rafa le dice que se calle la boca. Entonces Eduardo se enfada y se vuelve a casa tirando de la mano de su hermana.

La madre de Vale no la deja salir en la siesta, pero ella siempre consigue salir cuando tienen que abrir salamanquesas, cuando pueden meterse por el agujero del solar sin que nadie los vea. Esta vez le ha dicho a su madre que va a casa de Eduardo a peinar a Lucía, venga mami, porfa-porfa-porfa... Al bajar a la calle Vale siente un agobio de calor y de culpa, un mínimo remordimiento difuminado cuando ya en el solar abre la caja de zapatos y dispone la salamanquesas en hilera, cuando Rafa les raja la panza de arriba a abajo con la navaja de Eduardo y extrae la sustancia interior para depositarla en un bote de cristal grande. A continuación, les echa alcohol para que Vale les prenda fuego con una caja de cerillas. Como Lucía llora y dice que va a chivarse, tienen que castigarla. Terminada la operación, huyen de aquel sitio hasta el parque para mojarse en la fuente y montarse en los columpios.

En el parque se encuentran una paloma medio muerta aleteando sin poder alzar el vuelo. Eduardo y Rafa intentan agarrarla. Vale la coge. Vuelven al solar. Rafa va al escondite a por el bote de cristal grande. No pueden meter todo lo de dentro de la paloma. Rafa propone dejárselo a los gatos. Eduardo replica que eso es una guarrería y Valeria zanja el asunto diciendo que estaría guapo abrir un gato. Necesitan veneno que mezclar con los restos de paloma. Rafa dice que su tío tiene polvos para matar ratas en el local. Después de cogerlos prestados, al anochecer, dejan la cena preparada para los gatos.

En la siesta del día siguiente Vale y Rafa vuelven al solar. Ha caído una de las gatas. Se mantienen en silencio, un poco nerviosos, esperando que llegue Eduardo con la navaja. Tarda más de la cuenta. Después de un rato aparece Lucía, que su hermano está malo y que ahí tienen la navaja.

Vale coge la navaja y le dice a Lucía que no hace falta que se vaya, que ella ya es de la banda porque es mayor, que le va a dar un chicle de sandía de los que te ponen la lengua roja. Lucía no hace caso y empieza a irse. Mientras tanto, Rafa acaricia con expresión absorta la voluminosa panza de la gata. Es entonces, al observar la marcha de Lucía y el movimiento de la mano de Rafa sobre el cuerpo inerte del animal, cuando Vale piensa que Lucía es una niña salamanquesa y una niña paloma y una niña gata.

* Profesor del IES Galileo Galilei