Después de estar asistiendo desde hace meses a la última película de Berlanga, en la trama final de la Escopeta Nacional o Patrimonio Nacional, no puedo resistirme a hablar del dichoso tema de Cataluña, que, como decimos en Córdoba, no lo arregla ni Moyano el Latonero, y que es una novela por entregas, donde todos los personajes de ese drama cómico, actúan como una orquesta desafinada o un caballo desbocado corriendo a ninguna parte.

Cuando veo sus actuaciones teatrales en la televisión, o leo sus encendidas diatribas de locos iluminados por sentimientos mesiánicos, y fantasías juveniles de salas de películas de ensayo, todavía sin digerir, me causa estupor, risa y llanto por una España descuadernada.

Ellos se creen que viven la oportunidad histórica de un sueño de una noche de verano, con el pleno convencimiento de que las mentiras de sus guerras particulares fueron ciertas y verdaderas, y están convencidos que se encuentran en poder de una verdad incontestable, sin importarles un comino las necesidades, aspiraciones, problemas de su colectivo de españoles --quiéranlo o no--, que han venido siendo protegidos y privilegiados desde que plantearon a principios del siglo pasado, sus primeras reivindicaciones soberanistas. A Priego se le llamaba «Barcelona La Chica». Ortega lo analizó y describió de forma acertada en la España Invertebrada, que por desgracia, algunos de sus capítulos siguen ahora en rabiosa actualidad. Los maestros de estos iluminados, ya en su día, se enfrentaron al Gobierno de Azaña, en la Segunda República y obligaron al Poder Ejecutivo a enviar al Ejército, no con tanto miramiento y cautela como han tenido que soportar las Fuerzas de Seguridad ante tanto pacifista agresivo, e intolerante. Esta gente ya ha conseguido el enfrentamiento entre familias, amigos y la diáspora de muchos empresarios catalanes, a su pesar, y que sus mercados se vean afectados negativamente.

Es real, el posicionamiento de las fuerzas independentistas en puestos claves de la sociedad política, docente, económica y de otros segmentos de la estructura catalana, por parte de estos individuos, que son muchos. Incluidos pensionistas, nostálgicos del franquismo como enemigo a batir. Y que como dije antes, no se han enterado de que en España la Libertad en todos sus campos, es un ejemplo respecto a los demás estados circundantes, y consideran que con la presión y la mentira pueden conseguir ese sueño de una República Bananera. El Gobierno ha reaccionado bien, pero tarde, y salvo los más de cien asesores que circundan al presidente, el resto de los españoles, veíamos venir ese tsunami que inundaría la vida social, política y económica de esta Democracia todavía incipiente. Y judicializar esta grave cuestión debió ser la última solución, porque de esta decisión ya han surgido enfrentamientos y conflictos irresolubles, y lo sé también por experiencia profesional.

Este pueblo sabio que trabaja y al que le cuesta llegar a final de mes, contempla, con estupor, que la noticia de ayer es contradictoria a la de hoy, y la de hoy a la de mañana y que la película de Berlanga Todos a la Cárcel cierra un ciclo más de esta locura colectiva, en una región que siempre se ha destacado por la sensatez. No obstante los soberanistas están dentro de la venas de la vida de los catalanes, posicionados en bancos, ayuntamientos, colegios, fábricas, administraciones públicas, policía, sanidad, etcétera, y forman un ejército silencioso con jerarquía y mando, siendo los dueños y señores del destino de la gente en esos lugares.Así me lo dijo un taxista. Si pides una subvención no te la dan. Si quieres abrir un bar, no te conceden licencia. Si necesitas ayuda de la Ley de Dependencia, los papeles se pierden... Y un interminable etc., salvo para los afines. El melón por abrir del próximo 21 de diciembre es un misterio.

El español de a pie ha reaccionado con el cachondeo. Único medio de defensa ante tanta sinrazón, porque, vamos, la realidad supera en mucho a la ficción, y el esperpento del espectáculo que estos personajes, en el teatro de la vida, que dan cada día, no lo supera ni la mejor obra de Valle Inclán.

Deseo que esto sea un episodio constructivo para que las futuras generaciones cicatricen definitivamente las heridas abiertas en la Guerra Civil, que quedaron laminadas en los Acuerdos de la Moncloa y en el proyecto del texto Constitucional de café para todos. No hubo más remedio que hacerlo así.

Pero transcurridos cuarenta años, ahora nos damos cuenta de que el espíritu de las autonomías, fue un regalo envenenado de algunos que no creían en ellas, y que prepararon el medio para conseguir el fin que hoy han estado a punto de conseguir. Pero hay una lectura positiva de todo esto: Nos hemos dado cuenta los españoles de un Patrimonio Histórico y un Sentimiento Nacional dormido, y así la gente lo ha gritado en silencio en la calle. Paz y Bien.

* Abogado y académico