Resumo los hechos probados del caso Borja, como se han fijado en sentencia tras el correspondiente juicio. Borja y dos acompañantes observaron que Pedro e Isabel (ambos drogadictos) golpeaban a María Jesús para robarle el bolso. Pedro sale corriendo con el bolso, Borja va tras él, se lo pide, Pedro se niega y Borja golpea a Pedro, una vez en la cabeza y otra tal vez en la cabeza o tal vez en otro sitio. Pedro cae y sufre un traumatismo craneoencefálico. La hemorragia cerebral produce su muerte a los dos días.

Como Borja (que abandonó a Pedro sin avisar a médicos o policía, y negó ante los agentes saber de lo que le estaban hablando) no estaba defendiendo a María Jesús (a la que ya habían agredido y no podía, por definición, ser defendida), sino recuperando su bolso; necesitaba coger el bolso y tirar con fuerza, no golpear la cabeza de Pedro. Su Señoría estima, sin embargo, que no se pretendía la muerte, y condena a dos años de prisión por homicidio imprudente y a indemnizar a las hijas de Pedro en 180000 euros. Cualquier otra cosa que lean no ha sucedido.

Cosas que he leído a ciudadanos convencidos de su decencia: Que no ven correcto que se indemnice a la familia, a fin de cuentas «ya se han librado de un yonki». Que «la justicia estima que una vida vale más que un bolso, pero que el que se mete a robar sabe lo que arriesga». «Si vas robando bolsos lo menos que te puede pasar es que te maten, pero así está este país». Y así, hasta pedir escandalizados que regulen la legítima defensa. Pues dos cosas. La legítima defensa está bien regulada. Para defender a un tercero, también, desde 1845. Otra: matar a una persona para quitarle el bolso que acaba de robar no es defender. Es ejecutar.

Vivimos una época en la que se considera al Derecho y a quiénes lo aplicamos como posibles obstáculos al justo castigo. ¿Las leyes? Un estorbo, hombre. ¿El Derecho? ¡Un invento para que se escapen los criminales! Da igual que sea una experimentación milenaria, si sus resultados no coinciden con los propios, ¡el Derecho se equivoca! ¿Un abogado defiende en juicio a alguien? Es tan culpable como su cliente o peor, ¡censurémoslo! ¿Cómo, si esa escoria ya me ha dado excusa, no voy a poder matarla a puñetazos, y seguir con mi paseo? Acabáramos.

Vendría bien no confundir el derecho a defenderse de un mal con el derecho a encargarse uno mismo de administrar los castigos. Y vendría fenomenalmente bien no pasarse la vida esperando a gritar «¡por fin!», y disparar. ¿Qué creen que es un delincuente? ¿Piensan que no sonríen, que no aman, que no lloran con las canciones? ¿Piensan que solo los que no delinquen conocen de cerca las leyes del honor?

Resulta, tras conquistar casi todos los derechos, que son molestos. Se echa de menos la posibilidad de crear seres humanos inferiores y tratarlos con extrema crueldad.Y es preocupante que no se entienda el delito cometido por Borja porque implica, en resumen, que vamos dejando de distinguir entre violencia y libertad.

* Abogado