Cuando Vladímir Putin llegó a la presidencia de Rusia en el año 2000, una de las primeras cosas que hizo fue lanzar un ataque frontal contra una oligarquía que, según él, no solo se había hecho con la fuerza económica, sino que pretendía además hacerse con el control político. (Algo parecido, por cierto, hizo Xi Jinping cuando se hizo con el poder en China).

Una oligarquía surgida del caótico y brutal desmantelamiento del tejido empresarial de la época soviética, que pasó en un tiempo récord a las manos de unos pocos neomagnates rusos. El caso más famoso es el del auge y caída de Mijaíl Jodorkovsky, quien fuera el más poderoso de los oligarcas y llegó a controlar el 2% de la producción mundial de petróleo. Hoy, tras haberse pasado casi una década en una cárcel en Siberia, el antiguo dueño de Yukos hace oposición a Putin... desde Londres.

Esa época pasó. La oligarquía y Putin evolucionaron en una simbiosis perfecta. El régimen facilita y asegura más que suculentos negocios y la clase empresarial defiende al presidente donde haga falta. Así ha trascendido, sin ir más lejos, el papel de algunos magnates rusos en las relaciones con Estados Unidos, en general, y con el entorno del presidente Donald Trump, en particular.

La mayoría tiene un curioso patriotismo fiscal, con fabulosas inversiones en terceros países. Bien conocido, sin ir más lejos, es su impacto en el sector inmobiliario en Londres, en Marbella, o en la Costa Brava. O el gusto de sus retoños por estudiar en las más caras y prestigiosas universidades de Estados Unidos y el Reino Unido.

También han sufrido las consecuencias de su cercanía al régimen: son ellos, junto con algunas empresas y agencias gubernamentales, los objetivos de las sanciones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea a raíz de la anexión de Crimea y de la supuesta injerencia rusa en las elecciones estadounidenses.

En los últimos años, un par de interesantes libros han intentado bucear en quiénes y cómo son los miembros de esta nueva casta rusa. All the Kremlin’s men (Todos los hombres del Kremlin), de Mijaíl Zygar, rastrea, a través de testimonios personales, el círculo de poder que rodea al presidente ruso, tratando de identificar dónde están los polos de influencia que lo mueven.

Por su parte, Rich Russians: from oligarchs to bourgeoisie (Rusos ricos: de oligarcas a burgueses), de la socióloga Elisabeth Schimpfössl, busca hacer un retrato, también a partir de entrevistas personales, de los magnates de la Rusia de hoy. Y llega a conclusiones interesantes: frente a la imagen de ostentación, excesos y lujo que los rodea, los nuevos adinerados rusos han desarrollado una cercanía por las artes, la cultura y la filantropía tan intensa como la de sus equivalentes occidentales. ¿Un modo de lavar su imagen? ¿De legitimar su riqueza? Difícil de adivinar. Pero ambas obras sí permiten conocer algo mejor las personalidades y las motivaciones de las personas --hombres, sobre todo- que rodean al todopoderoso presidente de Rusia.

* Directora de Esglobal