Un ciudadano de Córdoba ha escrito ya cuatro Cartas al Director, espaciadas a lo largo de muchos meses y una de ellas con la fotografía probatoria, para pedir al Ayuntamiento que se pode un naranjo de crecimiento alocado que tapa la farola y deja la puerta de su casa sumida en la oscuridad. Es un hombre mayor, que, antes de dirigirse al CÓRDOBA, había hecho varias llamadas telefónicas y escritos a distintos servicios municipales, sin que nadie contestara durante más de dos años, y mucho menos resolviera el problema. Es más, dice este señor, «podarán el naranjo en verano y pasaré un calor horrible». El mundo al revés. Después publicamos, con foto demostrativa, una carta firmada por 30 vecinos de una calle del Campo de la Verdad (la misma o adyacente) en la que se ven los naranjos invasores casi metidos en las casas. También se dirigió hace un año a la sección de Cartas al Director, y ha vuelto a escribir ahora, una vecina de la calle Asturias que dice que un foco de alumbrado público apunta al interior de su casa y sufren «contaminación lumínica». En ambas situaciones el denominador común parece ser el silencio del Ayuntamiento. Y cabe preguntarse por qué no escucha ni da soluciones, o al menos respuesta, a problemas de los cordobeses aparentemente tan fáciles de resolver.