Querido amigo: Dentro de unos días será mi cumpleaños, y he querido celebrarlo con otra carta. He mirado la fecha de la última que te escribí: 15 de febrero. Algunas amigas comentan qué habrá sido de esa mujer. Pues quiero decirles, a ellas y a todas las mujeres, que soy libre, porque, por fin, dejé los miedos al amor y a la alegría. Soy libre, porque he creído en la libertad. He descubierto que era yo la que me hacía daño. No me daba la oportunidad de ver qué pasaría si no cedía al chantaje de la culpabilidad. Y me humillaba pidiendo perdón, pues para soportar el vivir con ese hombre, siempre me convencía de que era yo la que fallaba. Me llenaba a mí misma de reproches. Ya no más chantajes que me humillan. Ahora soy feliz, porque he asumido que soy la dueña de mi felicidad. Si me entrego a la vida, la vida me ayuda a superar los miedos y la angustia. Siempre hay en ella alguien, una palabra, un libro, una luz que me dicen que la vida se encarga de ayudarme contra la soledad. Ahora sé que ya nunca estaré sola, porque siempre estaré conmigo misma. Ya nunca más me traicionaré con la humillación de no poder decir «no quiero, no puedo, no me gusta, no voy, no hago». Ya me basto a mí misma. He descubierto que fuera de mí puede ocurrir lo que sea, pero por dentro soy libre de pensar, de analizar la realidad y asumirla o rechazarla. Soy libre porque he conseguido la conciencia de mí misma. Yo iba a acabar como una mujer bonsái. Pero no; soy un árbol infinito. Ya no más pensar como otro, actuar para otro, decidir para otro. He abierto las ventanas de mi corazón; todas las ventanas. Corre el aire limpio, libre; entra luz a todos los rincones. Ya no hay silencio ni sombras ni vacíos ni abandonos. Ahora soy la dueña de mi casa y de mi esencia. De la calle viene la inmensa alegría de tantas mujeres que se dan la libertad. Formamos una ciudad cada vez más grande. Terminó la noche del pasado. Días como siglos sobre nuestras almas, ahogándolas, negándoles la vida. Era una niebla invisible que respirábamos en el dormitorio cada noche, en la cocina cada día. Pero ya no más chantajes con regalos que se pagan con dinero. Yo nunca más seré algo que se compra o que se vende. Me he dado la libertad de creer en mí y en la esperanza. Encuentro amor por todas partes.

* Escritor