No sé a usted que le parecerá, pero a mí eso del carril bici siempre me ha parecido como aquellas famosas piezas del scalextric que se iban montando por partes hasta conformar junto con todas la piezas un circuito completo donde podían correr aquellos coches de carreras que tanta adrenalina nos proporcionaba a la generación que no conocimos la play station. Y le pongo esta comparación porque una ciudad que se proponga tener carril bici lo ha de hacer desde la concesión de un proyecto completo. Esto quiere decir sencillamente que primero sobre el plano y luego en la realidad, ese carril bici ha de llegar a todos y cada uno de los lugares que en buena lógica haya de llegar para posibilitar también dentro de la lógica una comunicación eficaz con el objeto de que se trata, esto es, la bicicleta. El contexto en el que se construyen hoy en día o se han venido construyendo en las ciudades los carriles bici ha sido el del transporte sostenible y la ecología. Por tanto, a estas alturas del siglo estamos ya casi a final de curso y cualquier ciudad que se precie debiera de tener las tareas hechas. Pero en Córdoba actualmente ir en bici es como intentar correr los coches del scalextric sin montar más de la mitad de las piezas de la pista. Volvemos a no estar en ese ranking de ciudades con carriles bici eficientes como Barcelona, Sevilla, Valencia, Zaragoza o Madrid. En Córdoba el carril bici se construye al ritmo de las pirámides de Egipto. Esto quiere decir que lo verán nuestros nietos o biznietos. Y no lo dice un servidor, sino la Junta que no construirá más carriles bici urbanos al ser competencia municipal. Y con lo que tenemos construido darse un paseo para conocer Córdoba en bicicleta y ni le cuento con menores es como intentar cruzar un puente sin terminar: el primer tramos de lujo, pero luego a buscarse la vida, que no es otra que ir por la acera a no ser que quiera jugar ya no al scalextric, sino a algo más peligroso: pedalear por una calle o avenida atestada de coches.

* Mediador y coach