A las caras que han aparecido en bajorrelieve en la muralla de la Puerta de Almodóvar hay que reconocerles arte. Probablemente si se les hubiera permitido permanecer adheridas en ese testero que enfrenta el camino de la muralla algunas de las magníficas empresas de turismo oscuro que tenemos en Córdoba las habrían incluido en sus itinerarios. Esos rostros expresionista realizados en arcilla con gestos despersonalizados de angustia y pavor; con expresiones de ausencia y disgusto; y salteados de otros con rasgos grotescos no ha dejado indiferente al curioso que hasta ellos se ha acercado para contemplarlos. Un servidor la primera vez que los vio fue en una foto de la versión digital de este diario; aunque los rostros no eran ellos solamente los protagonistas, sino que tenían delante al presidente de la Gerencia Municipal de Urbanismo, Salvador Fuentes y al gerente, Emilio García, que in situ inspeccionaban las caras. A bote pronto y sin siquiera haberme dado tiempo a leer la noticia, aquello parecía la inauguración a un monumento al votante en general y no el particular de ningún partido. Pero independientemente de la anécdota jocosa los rostros estaban adheridos a un Bien de Interés Cultural (BIC). Y es precisamente en este punto dónde se centra la noticia y el entuerto que raudo y veloz el consistorio ha decidido desagraviar arrancando los rostros de la piedra milenaria de la muralla casi de un día para otro. Si en tapar baches de las avenidas donde las motos se dejan las llantas se dieran tanta prisa como en las caras, en Ronda de los Tejares podría aterrizar un Boeing 747. Pero los rostros han sido adosados en sitio equivocado. O tal vez no. Pues si el que los ha creado pretendía que dieran la vuelta al mundo solo tenía que colocarlos en un lugar que infringiera alguna norma. Ahora la policía busca al autor o autores. Probablemente a esta no le competa preguntar al artista el nombre de la obra; aunque a mí sí que me gustaría saberlo. Mientras tanto serán simplemente las caras de la muralla.

* Mediador y coach