Todo gobierno democrático, no obstante indigno y sin ética ni escrúpulos, máxime en cabecera y desde ella envenenándolo todo, que se precie de serlo, y que busque por todos los medios consolidarse y persistir, y existen ejemplos del pasado próximo, como coetáneos y hasta cercanos, siempre encuadrará entre sus filas, y en puestos relevantes, como mínimo, a un criminal, blanqueada por supuesto su sepulcral fachada, a uno o dos capos de la mafia más acrisolada y asesina, tanto como a algún que otro contumaz meapilas, además de a una cierta proporción de taimados populistas, y de notables incompetentes y descerebrados componentes, que asienten cabalgar las contradicciones, o haciendo de la mentira verdad, pertrechados de una inclusiva neo-lengua de obligado uso y políticamente correcta.

Descansando para su permanencia en la confianza de una masa electoral que se desea desnortada, desinformada o atosigada por el humo de la propaganda gubernamental, resentida, sin olfato o hecho este a hedor nauseabundo, harta, indiferente, exhausta y temerosa, cansada, empobrecida e inmune ante el estado de las cosas públicas, que, dadas las perentorias circunstancias que le restringen, ansía o necesita vivir de sus limosnas y subvenciones.

Un gobierno que asienta su estructura en esa coyuntura amoral y en el engaño tan sólo es propicio más pronto que tarde al caos y a la procura de la tensión social; multiplicando en esa huidiza línea su ansía clientelar, desbordando para ello el gasto público, incrementado el déficit presupuestario, así como el total de la deuda contraída, y por tanto menguando la soberanía del país frente al exterior como a su entorno económico del que se hace depender en mayor medida.

Y lo caótico aparecerá sin forma definida, como desorden y confusión por errático e impredecible, derivado de la incapacidad para hacer frente a los hechos de forma razonable en un espacio y tiempo determinado, o en un instante concreto, no asumiendo con sentido común el devenir de los acontecimientos sin encarar así la lucha ante no pocas veces un medio hostil.

* Doctor ingeniero agrónomo lucenciado en Derecho