A cada nueva medida anticovid que implementan ya sean los gobiernos autonómicos o el nacional más debemos de tener claro que la pandemia no sólo es una eventualidad. No solo nos está exigiendo cambios en el ámbito económico, sino en nuestro modo de vida, trabajo y pensamiento. Estamos, según dicen los expertos en estas cuestiones ante un cambio de paradigma. Y qué es un cambio de paradigma, que suena por cierto muy filosófico, pues sencillamente la transformación en la forma de entender las cosas, de percibirlas, procesarlas en el cerebro y comprenderlas. Por decirlo aún más escueto, el cambio de nuestro sistema de creencias. Esto de las creencias puede sonar místico, pero le aseguro que también puede ser muy prosaico como estamos viendo en esos que se obcecan en basar su credo en las fiestas multitudinarias que de manera insolidaria propagan el virus. Todos tenemos nuestro propio sistema de creencias, aunque algunos ni siquiera sepan que lo tienen y la pandemia y sus consecuencias nos está conminando a cambiarlo. Hasta desde la complejidad de la política y el partidismo se está comprobando cómo los viejos paradigmas de hacer política ya no sirven para, en definitiva, el progreso social, que es de lo que se trata en principio. Pero en clave moral y no sólo material.

La solidaridad es la esencia de la demanda más amplia a la que nos conduce este cambio de paradigma. Una solidaridad en todos los órdenes: político, social, laboral, familiar y hasta personal, pues ser solidario con uno mismo es darse la oportunidad de avanzar comprometiéndose con el progreso de los demás. Algunos centran este cambio de paradigma en cuestiones meramente sociológicas, pero el cambio ha de ser de mentalidad. Una mentalidad que avance en los valores humanos como respuesta a las nuevas circunstancias.

* Mediador y coach