La Memoria Histórica lucha, entre otras cosas que no admiten discusión, porque nuestras calles no conmemoren a violentos franquistas. Cuando antes de esta ley cambiaron en la Fuensanta, la calle Millán Astray por Miguel de Unamuno, ganamos todos (no solo ganemos). Pero lo de cambiar el nombre a la calle Cruz Conde solo por ser alcalde de Córdoba en la época dictatorial es pura intolerancia. ¿Son todos los que trabajaron para aquel régimen seres despreciables? Es que, si es sí, entonces todos los funcionarios de esa época que se proclamaban en su fuero interno de izquierdas, pero ante la nómina miraban para otro lado, son, si cabe, más despreciables porque lo consecuente y valiente hubiese sido echarse al monte. ¿Me pueden decir cuántos maquis había en Córdoba cuando Cruz Conde? En fin, hipocresía y cobardía; O, un momento... ¡a ver si no eran cobardes ni tan siquiera hipócritas, sino que lo que pasaba es que estos izquierdistas no eran franquistas, pero si un poco Cruzcondistas! Ahora comprobemos si Cruz Conde es responsable de crímenes: pues parece que no participó en batallas ni ejecuciones masivas (es que no es lo mismo morir en batallando que en ejecución dada la indefensión del ejecutado). Es más, es que no maltrató a nadie. Venga, analicemos su mandato: los libros dicen y los viejos juran que modernizó Córdoba como nunca. Examinemos su persona: eso sí, era un señoritingo. Pero que también Carrillo era un señorito de izquierdas que vestía de traje y comía en restaurantes y por supuesto muy buen político en la transición, pero no tan buen ser humano en la guerra ya que capitaneó ejecuciones masivas y sin embargo nadie le quita su nombre por respeto a la reconciliación. Entonces ¿es justo lo que se le hace a la memoria de este alcalde que era más buena gente que Carrillo? Bueno sigamos..., ¿y si hablamos de la susodicha calle? Venga, vale: el otro día estuve paseando por la que debería ser la calle Larios de Málaga en Córdoba. La iluminación por la noche daba miedo y la peatonalización no se ha acompañado de la promoción pública precisa. Todos los negocios están cerrando no sólo por las «pocas luces» del Ayuntamiento sino porque los propietarios de los locales piden precios desorbitados. O sea, entre el Ayuntamiento de izquierda perdiendo el tiempo de promocionar la calle y los propietarios de derechas que prefieren no bajar el alquiler que para eso tienen dinero que no mueven ni aunque el banco estalle, la zona se está hundiendo en la mierda. Ruego que si le quitan el nombre al menos pónganle uno que haga honor a la sufrida realidad: La Calle de Pena.

* Abogado