No voy a repetir lo que conocemos bien con respeto a la pandemia del coronavirus. Solo voy a tratar de estructurar un argumento basado en un artículo aparecido en la revista Monthley Review porque relaciona el covid-19 con la vulnerabilidad ecológica, epidemiológica y económica del sistema capitalista, acentuándola como nunca antes y adquiriendo dimensiones planetarias. Que yo recuerde, a nadie en tribunas y platós he escuchado hablar de «sistema». Pero que el capitalismo es un sistema global no se puede negar, como tampoco que la pandemia ha ocurrido en el contexto del régimen neoliberal del capital monopolista-financiero que ha impuesto en todo el mundo la austeridad, incluso en la salud pública. Y esto sí lo sabemos bien. Pero hay más: En este sistema, los complejos circuitos comerciales y de producción se basan en la cadena de suministros y en la cadena de valor; la primera refiere al movimiento de los productos físicos, y la segunda al «valor añadido» en cada modo de producción, desde las materias primas al producto final. ¿Y saben cuántas empresas pueden intervenir en este proceso? Ni siquiera el consejero ejecutivo de una corporación multinacional lo sabe a ciencia cierta. Puede conocer los primeros suministradores, pero no lo suministradores de los suministradores y mucho menos los siguientes eslabones. Literalmente, la pandemia del covid-19 es «la primera crisis global en la cadena de suministros». En febrero 2020, cuando la ruptura de la cadena de suministros estaba centrada principalmente en China, más del 90% de las 1.000 empresas multinacionales de Fortune tenían uno o dos niveles de empresas suministradoras afectadas por el virus. Lógico, si se piensa que, cuando el nuevo coronavirus apareció en Wuhan, cincuenta mil compañías globales tenían al menos un suministrador directo en la ciudad china, y cinco millones de compañías tenían al menos dos. Y ya sabe, como se pare la empresa que fabrica las alas, el avión no vuela.

Y esta situación en medio la guerra económica por la hegemonía global lanzada por la Administración de Donald Trump contra China, que suma el 37% del todo el crecimiento agregado del mundo desde 2008. La Administración Trump lo interpreta como la guerra por otros medios. La respuesta es la guerra de tarifas aduaneras y muchas compañías USA han sacado sus cadenas de suministros de China y muchas con dirección a México, con más bajos costes laborales y mercados más próximos. Esta guerra contra China es tan fiera que Trump rehusó bajar las tarifas del material sanitario procedente del país asiático para la protección personal ante el coronavirus hasta finales de marzo. ¿Lo entienden?

En conclusión, la crisis de covid-19 no se puede tratar como el resultado de fuerzas externas, sino debido a un conjunto de tendencias dentro de la globalización del sistema capitalista, cuyo centro se enfrenta a un secular estancamiento en términos de producción e inversión. Bajos intereses, aumento de deuda, extracción de capital del resto del mundo, especulación financiera, etc., es as usual, solo las desigualdades sociales alcanzan niveles sin comparación histórica y el problema ecológico es de proporciones planetarias y amenaza la habitabilidad del ser humano. Nuevas pandemias están surgiendo sobre la base del capitalismo monopolista-financiero global que lo convierte en el mayor causante de la enfermedad. Y terminan los autores: «Por todos lados los Estados están regresando a más altos niveles de represión, bajo el manto del neoliberalismo o del neofascismo».

* Comentarista político