Cuando el Ejército cerró el depósito de sementales de Córdoba, el espléndido edificio de las Caballerizas Reales, donde nació la estirpe del caballo de pura sangre española, quedó sin funciones. Después, a través de convenios, ha sido utilizado por la ciudad, aunque el Ayuntamiento lleva años buscando la propiedad. El Consistorio ha invertido en diversas mejoras unos tres millones de euros, y la gestión, a cargo de la Asociación Córdoba Ecuestre, ha devuelto al inmueble algo de su razón de ser, con el espectáculo Pasión y duende del caballo andaluz, un éxito indiscutible de proyección internacional y que, junto con Cabalcor y otras actividades, está consiguiendo asociar la marca Córdoba al mundo del caballo andaluz de un modo amplio, desde el citado espectáculo hasta las ganaderías, los concursos, la recuperación y enseñanza de los oficios, el diseño... Un mundo de gran interés cultural, turístico y económico. Ahora, el Ministerio de Defensa y el Ayuntamiento acercan posturas, y Caballerizas se tasa en 2,7 millones de euros. Una operación asequible que, tras la frustración generada por el largo estancamiento en las conversaciones, muestra un cambio de chip que Córdoba no puede desaprovechar. El caballo debe seguir en el futuro de Caballerizas. Los usos deberán determinarse por cauces legales, pero siempre teniendo en consideración a la asociación que ha logrado ligar el caballo a la marca de la ciudad.