Dime, ¿dejaste los zapatos más nuevos? Sí, esos que están impecables porque te los compraste tres días antes del confinamiento y tampoco has visto ocasión de lucirlos estos meses de libertad condicional. Si lo hiciste así, quizá los Reyes Magos se hayan detenido en tu casa esta madrugada, y, si allí hay niños, habrán encontrado el gel hidroalcohólico para frotarse las manos antes de dejar los regalos en el silencio de la noche. ¡Menos mal que eso no falla! O no fallaba, porque la crisis del covid ha reducido drásticamente los ingresos en miles de familias, y solo la acción altruista de muchas organizaciones garantizará la visita de los de Oriente a todas las casas. Ni un niño sin juguete, ojalá se haya cumplido. Los adultos importan menos, aunque cualquiera puede comprender la relevancia de la Noche de Reyes, cuando la infancia ejerce su derecho a la magia, el momento en el que verdaderamente empieza el año. Y, en tiempos de pandemia, un escenario que cada hogar puede construir por sí mismo. Qué más da que el viento se llevara la cabalgata de los magos de Córdoba, que se vieran a lo lejos, que salieran a deshora. Al menos no se estrellaron. A los niños les da igual, o les importa menos de lo que creemos porque el sueño está en sus mentes y en las de los adultos que los quieren. Puede que el viento se llevara la cabalgata, pero no la ilusión, que tanta falta nos hace ahora.