Recientemente, un inmigrante marroquí, con familia y cuatro hijos, me pidió que hablara con la propietaria de una vivienda que quería alquilar y le dijera que son una familia integrada y solvente. Llamé a la propietaria y bastó mi palabra para que le alquilase el piso. Me dijo que no se lo habría alquilado sin mi consejo. ¿Que miedo es el que hemos alimentado sobre la inmigración? ¿Qué mal han hecho? ¿Se promueve la desconfianza y el odio sobre estas personas por su origen, cultura o religión?

Se prodigan los bulos malintencionados, ahora denominados fake news, sobre estas personas que luchan cada día por vivir dignamente, renunciando a sus familias, raíces y tradiciones.

El ganador indiscutible de las elecciones generales del 10-N ha sido Vox. Un partido de extrema derecha sin proyecto político para nuestro país, pero que ha colocado una serie de mensajes, culpabilizando a personas e instituciones del desencanto social. Poniendo énfasis en las palabras patria, raza, sexo y religión, crean una identidad uniforme y excluyente, cuestionando los derechos de la diversidad. Muchos han caído en estas burdas mentiras.

Un bulo que difunden por las redes es que los inmigrantes son los culpables del paro. ¿Nos quitan los inmigrantes el empleo a los españoles? ¿Tienen más protección por desempleo o más ayudas sociales que los españoles? Son bulos despiadados que no responden a la realidad y alimentan el odio y el rechazo a una población vulnerable con dificultad de integración.

La realidad es bien distinta. Los inmigrantes, por regla general, ocupan puestos de trabajo poco cualificados, aquellos que no quieren los españoles. Trabajan en sectores productivos de bajos salarios, como la agricultura, el comercio o la hostelería. Tienen especial interés en no formar parte de la economía sumergida, pues necesitan de la contratación y las cotizaciones sociales para regularizar su situación. Están obligados a sortear innumerables obstáculos, como los permisos de residencia, nacionalidad o arraigo.

Un alto porcentaje de la población inmigrante vive por debajo del umbral de la pobreza. Sin embargo, no acaparan las ayudas sociales porque muchos de ellos están en situación irregular y no pueden solicitarlas. Los beneficiarios de los servicios sociales son principalmente personas mayores dependientes de las que el porcentaje es bajo entre la población inmigrante.

Tienen dificultades para acceder a una vivienda e incluso para obtener un certificado de empadronamiento. Son innumerables los casos de inmigrantes que tienen que pagar miles de euros para estar empadronados. Muchas escuelas se mantienen en pueblos y ciudades gracias a la población inmigrante. Es necesaria para luchar contra el envejecimiento de la sociedad .

Culpabilizan a los inmigrantes de la delincuencia. Si son menores no acompañados (Menas) son ladrones o violadores en potencia, y por su religión son terroristas en potencia. ¿Perjudican los inmigrantes la convivencia? La estadística niega estos bulos. En general, son personas luchadoras que piden integración y respeto a su cultura. Y el bulo más categórico es que los inmigrantes son ilegales. Elevando a la categoría de ilegal la situación irregular que sufren algunos de ellos y de la que quieren salir haciendo todos los esfuerzos posibles. Las personas no son ilegales.

Con estos bulos sobre los inmigrantes se dificulta más aún su integración. Y se crea un enorme problema que sufrirán las generaciones futuras, contribuyendo a una sociedad más injusta con prejuicios, privilegios y desigualdad social. Las migraciones tienen más consecuencias positivas que negativas. Debemos visibilizar la diversidad de manera positiva para nuestra sociedad.

* Exdiputado socialista por Córdoba