La Fundación Amancio Ortega, creador y máximo accionista del Grupo Inditex y propietario de la cadena de tiendas de moda Zara donará 320 millones de euros para que hospitales públicos de toda España puedan comprar más de 290 equipos de última generación para el diagnóstico y tratamiento radioterápico del cáncer. Esta es la grandiosa y fenomenal noticia que a nadie nos puede dejar indiferentes.

Nuestro mundialmente conocido y afamado archimillonario Amancio Ortega, hijo de un humilde ferroviario vallisoletano nació en Busdongo, una pequeña localidad de la alta montaña leonesa situada a escasos 5 kilómetros del puerto de Pajares y con apenas 118 habitantes.

Paradojas de la vida, Amancio Ortega vino al mundo muy pocos meses antes de que estallara la cruel guerra civil española y su vida y trayectoria personal y empresarial siempre ha estado marcada por su sencillez, constancia, laboriosidad, sentido común, emprendimiento, solidaridad, humanidad, virtudes todas ellas adornadas y envueltas por un inmenso y sorprendente anonimato, alejado por voluntad propia de las grandes celebraciones, de los focos mediáticos y de las luces de neón.

Sin duda, Amancio Ortega es el mejor ejemplo para cualquier empresario grande, mediano o pequeño, y su receta y quehacer emprendedor la mejor guía de cómo hacer bien las cosas para crear empleo, prosperidad y desarrollo. Pero, sobre todo, este pequeño y gran hombre, a la vez, ha demostrado y demuestra tener un corazón inmenso, una humanidad desbordada, una caridad, compasión y misericordia infinita hacia esos cientos de miles de personas, hombres, mujeres y niños que sufren en silencio el azote del cáncer.

Y es que con nuestro querido Amancio Ortega se cumple fielmente la famosa parábola de Jesús, recogida en el evangelio de San Lucas que decía lo siguiente: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verlo, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio lo vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verlo tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándolo sobre su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: ‘Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva’. ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores? El doctor dijo: ‘El que practicó la misericordia con él’. Díjole Jesús: ‘Vete y haz tú lo mismo’».

* Secretario del Ayuntamiento de Córdoba