Una de las costumbres más agradables de las fiestas navideñas es la del saludo sonriente y los buenos deseos a propios y extraños, aunque habrá que reconocer que más de un empujoncillo nos hemos dado en la cola del marisco y más de un intento de colarnos en las bullas comerciales habremos hecho. Las compras de estos días estresan mucho, vaya que sí, y ponen a prueba nuestra paciencia y nuestra educación, entendida como respeto hacia los demás. Terminada la vorágine, contentos con los regalos de Reyes, hoy nos lanzamos a las tiendas abiertas con las primeras rebajas y a descambiar lo que no nos ha gustado. Una oportunidad para esgrimir buenos modales tanto si somos clientes como vendedores, y de terminar la fiesta en paz.