La Comisión Europea ha abierto una investigación contra Amazon al considerar que podría estar utilizando en su propio beneficio información confidencial de venderores que usan su plataforma, lo que, de confirmarse, supondría un abuso de la competencia. Bruselas mantiene un estricto control contra la vulneración de las reglas comunitarias, lo que le ha llevado a no pocos enfrentamientos con gigantes tecnológicos. La investigación a Amazon es el último episodio de una larga batalla contra multinacionales que aprovechan su posición dominante para limar derechos, o que usan artimañas fiscales para evadir impuestos. Esta función vigilante del Ejecutivo comunitario es especialmente necesaria en la situación de gran desigualdad de la economía digital, donde el grueso del pastel se concentra en unas pocas compañías, la mayoría estadounidenses. En este contexto, es conveniente que los países de la UE adopten políticas conjuntas que refuercen la acción de la Comisión. Justo lo contrario de lo que ocurre con la tasa Google, aparcada a nivel europeo por falta de consenso. Francia, uno de sus defensores, decidió sacarla adelante por su cuenta, y el Gobierno español en funciones no descarta aprobar una tasa nacional. La Administración de Trump ya ha amenazado con represalias a los países que adopten este gravamen, unas presiones a las que se haría frente mejor con una respuesta europea unitaria.